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Indulto a un narcotraficante convicto

por Roberto Morejón
Juan Orlando Hernández y Donald Trump

Los hondureños saludaron eufóricos cuando el expresidente Juan Orlando Hernández fue extraditado en 2022 a Estados Unidos, donde le imputaban delitos de narcotráfico, a la postre demostrados por un tribunal de Manhattan.

Esos mismos hondureños están ahora sorprendidos o indignados por el indulto otorgado por el primer mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, a Juan Orlando Hernández, liberado sin purgar una pena de 45 años de cárcel.

No fue un tribunal de un país latinoamericano sino de Estados Unidos el que encausó al ex jefe de Estado de Honduras.

Lo sentenciaron por tres cargos de narcotráfico y armas, más cinco años de libertad vigilada y una multa de ocho millones de dólares.

No por casualidad Hernández estaba confinado en una cárcel de alta seguridad del estado de Pensilvania, pues sabía mucho y tiene aún buenas relaciones.

Además, apela al sometimiento y la adulación, como lo evidenció al escribirle una carta a Trump desde su celda, para llenarlo de elogios y recordarle lo que calificó de amplia colaboración durante el primer mandato del republicano.

Halagado, como le gusta sentirse, el inquilino principal de la Casa Blanca dijo escuchar a defensores de Hernández y sin más investigación firmó el indulto, pues en su criterio, el aludido era una víctima de la administración de Joseph Biden.

Nada importa hoy a Trump que los fiscales y el tribunal de Manhattan corroboraran que el ex gobernante de Honduras se asoció con quienes trasladaban cocaína al voraz mercado estadounidense.

Tampoco le quita el sueño que orquestara una tupida madeja conspirativa que, de acuerdo con los fiscales, le permitió ganar fortunas a cárteles de la droga.

Y hay otra paradoja. A la luz del desproporcionado despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe con el supuesto objetivo de luchar contra el narcotráfico, cómo es posible entender que Trump ordenara la liberación de un contrabandista de sustancias ilícitas.

El mismo que considera al ex mandatario de Honduras una víctima, ordena ejecuciones extrajudiciales en el Caribe, donde barcos de guerra disparan contra lanchas de poco calado, sin preguntar identidad y apresar a sus tripulantes.

Trump, que ha asociado la liberación de Hernández a su injerencia en los comicios en Honduras para amparar a uno de los candidatos, debería explicar cómo suele calificar de “terroristas” a los cárteles de las drogas mientras exonera de culpas a un delincuente versado en el negocio turbio.

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