Donald Trump, candidato en aguas pantanosas

Editado por Maria Calvo
2016-08-18 11:33:30

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por Guillermo Alvarado

El multimillonario Donald Trump consiguió la candidatura a la presidencia de Estados Unidos por el Partido Republicano en contra de todas las expectativas y, hay que decirlo, también a contrapelo de las esperanzas más sensatas, pero justo ahora que encara la recta final hacia las elecciones de noviembre, las aguas comienzan a enturbiarse y corre el riesgo de quedarse solo.

Cerca ya del final de la contienda, su desfachatez, sus palabras ofensivas y sus ideas racistas y xenófobas, así como su abierta inexperiencia en la administración pública, comienzan a pasarle la cuenta, sobre todo entre los sectores más rancios de la derecha conservadora, poco dispuesta a asociarse con un personaje que linda entre el ridículo y la impertinencia.

Y no es, fíjense bien, que la aristocracia republicana sea mejor que Trump, ni mucho menos. Sus ideas comulgan perfectamente con las del magnate, sólo que ellos, por un lado, no se atreven a expresarlas de manera tan abierta y, por el otro, no parecen dispuestos a subirse a un barco que ya está haciendo aguas.

La generalidad de los sondeos conceden una ventaja notoria a la nominada por el partido Demócrata, Hillary Clinton, sobre todo en algunos estados considerados clave en la definición de la contienda, entre ellos Florida, Virginia y Pensilvania, y consolida sus posiciones en la intención de voto en la población joven a nivel nacional, todas ellas malas noticias para el multimillonario.

Inclusive un tipo tan reaccionario como George Shultz, secretario de Estado de Ronald Reagan, cuando le preguntaron sobre la posibilidad de que Trump llegue a la Casa Blanca no pudo sino exclamar: “dios nos ayude”.

Y no es que el empresario de los sectores inmobiliario y de los espectáculos se haya despreocupado de mejorar su imagen. Lo que sucede es que estos esfuerzos le hacen más daño que beneficio.

Su principal asesor, Paul Manafort, aparece asociado a gente como Gerald Ford, Ronald Reagan, Jesse Helms y James Baker, pero también se sabe que trabajó para dictadores como el filipino Ferdinando Marcos, el contrarrevolucionario angoleño Jonas Sabimbi, y otros de su calaña, con el propósito de mejorar su imagen y permitirles introducirse en la alta política estadounidense.

Los expertos señalan que Manafort le apuesta a los caballos ganadores, por lo que si estima que Trump no tiene posibilidades de ganar, podría abandonarlo.

Según el Wall Street Journal, vocero de los sectores más conservadores, ya se rumora que si Donald Trump mantiene un rumbo errático en el tramo final de la carrera, el partido Republicano daría por perdida la presidencia, lo dejaría a su suerte y se concentraría en mantener la mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado que, a la postre, es lo que viene haciendo hasta ahora.

Trump se mueve entonces en aguas pantanosas y puede ser que, a pesar de sus años, aprenda la dura lección de que en ese mundo, y en esa política, no existen lealtades, sólo intereses, y de la especie más ruin.



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