Venezuela: Nuevas recetas para viejas apetencias

Editado por Martha Ríos
2017-08-22 13:47:38

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La oposición violenta ya mató a más de cien personas en los últimos meses. Foto: Archivo

Por Guillermo Alvarado (RHC)

Venezuela es un ejemplo muy claro de lo que significa el concepto de “guerras de cuarta generación”, donde el manejo turbio de la información para mantener desinformada a la mayoría de la gente, junto con el desgaste de la base económica de un país, son las premisas fundamentales que llevan al final a una operación militar para destruir al gobierno y provocar un cambio de régimen favorable a los intereses de una o varias potencias.

No más desembarcos como ocurrió en la península coreana o en Vietnam durante el siglo pasado, ni siquiera al estilo de Iraq o Afganistán que desembocaron en conflictos de larga duración, elevado costo y complejo desenlace.

El nuevo recetario se ha ido refinando paulatinamente en países convertidos en polígono de pruebas, algunos con relativo éxito, como ocurrió en Ucrania con el gobierno de Víktor Fiódorovich Yanukóvich, depuesto en marzo de 2014; en otros el proceso aún está incompleto, entre ellos la Libia de Muamar Al Gadafi, donde nadie ha logrado tomar control de la caótica situación.

Muy difícil resultó Siria. Más de cinco años de feroz guerra, sanciones económicas y terrorismo no lograron romper la espina dorsal del ejecutivo de Bachad Al Assad, quien recientemente advirtió que si bien una victoria definitiva y completa aún está lejana, se lograron avances contra la intervención.

Una mezcla de estas experiencias se está utilizando contra la Revolución Bolivariana, con una guerra mediática que tiene como objetivo convencer a muchos de que las víctimas son culpables y las conquistas sociales son pecados que se deben purgar.

En este empeño se vale de todo, hasta las mentiras más impúdicas en boca de sujetos sin ninguna credibilidad como ocurrió hace pocas horas, cuando el presidente golpista de Brasil, Michel Temer, se atrevió a decir respecto a Venezuela que “no se admiten más, en nuestra región, rupturas del orden democrático”.

Lo grave no es eso. Personas como Temer puede decir lo que quieran porque ya no tienen moral que perder. Lo grave es que hay mucha gente ingenua que se cree ese discurso disparatado y llegan a pensar que fue el gobierno de Nicolás Maduro el que rompió la democracia.

La oposición violenta ya mató a más de cien personas, incluso  utilizando métodos terroristas, como quemarlos vivos, y eso no asombra a nadie porque el poder mediático sembró en el imaginario popular de los incautos que son las fuerzas del orden bolivarianas las que “reprimen y golpean” a la derecha.

En el ínterin se busca destruir el tejido económico de la nación, obstaculizar la inversión, frenar el comercio, boicotear la producción, provocar escasez, inflación, mercado negro y miedo de que llegue a faltar lo indispensable.

Un tercer escenario es provocar violencia, ya no sólo en las calles sino que también con el ataque a instituciones y algunos cuarteles, como ocurrió en Paramacay.

No es casualidad, ni mucho menos, que los grupos violentos en Venezuela usen un atuendo similar a los que en Ucrania derrocaron a Yanukóvich.

El guión está a la vista, el objetivo no ha cambiado, sigue siendo el petróleo venezolano; los cómplices también existen, toca entonces a los pueblos decir que no, que ni una sola agresión más en nuestra región.        

 



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