A Estados Unidos le urge el petróleo venezolano

Editado por Nuria Barbosa León
2019-02-23 10:24:22

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Por Guillermo Alvarado

Para quienes pudiesen pensar que la arremetida del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra la República Bolivariana de Venezuela tiene algún motivo ideológico o político, conviene aclararles que se trata de algo mucho más terrenal, o quizás debiera decir subterrenal, o subterráneo, como lo son las mayores reservas de petróleo del mundo depositadas en las entrañas del país sudamericano.

No se trata de ninguna manera de poner fin al socialismo en el continente americano, como dijo el excéntrico magnate en un reciente discurso pronunciado en la universidad de Florida.

Tampoco de que en la Patria de Bolívar haya una crisis humanitaria, ni mucho menos de una voluntad de “restaurar la democracia” o reconocer a un presidente. Al fin y al cabo para Trump el señor Juan Guaidó es más o menos como un empleado, uno más de los miles que tiene en su corporación inmobiliaria y por lo tanto perfectamente desechable cuando termine de jugar el papel que le fue asignado.

Pero el petróleo es otra cosa. Estados Unidos es el mayor consumidor de ese hidrocarburo en el mundo. Su economía y su modo de vida consume nada menos que el 20 por ciento del total y ahora un fantasma recorre a esa nación: la posibilidad de una nueva declinación de sus reservas y la caída de la extracción de crudo, como le ocurrió en la década del 70, cuando llegó a depender en un 80 por ciento de las importaciones desde el oriente medio y otras regiones.

Desde que en 2008 las reservas comprobadas estadounidenses tocaron el fondo de 19 mil millones de barriles se puso en práctica la cuestionada explotación por medio de la fracturación hidráulica, el llamado fracking, y se elevó la disponibilidad hasta los 39 mil 157 millones de barriles de crudo en 2017.

Pero hasta eso tiene un límite y los mantos comienzan a agotarse debido a la extracción de casi 12 millones de barriles diarios y por eso la mirada voraz de la principal potencia económica y militar se vuelve hacia los océanos de petróleo que permanecen bajo el suelo venezolano.

De acuerdo con el economista y antiguo funcionario de Petróleos Mexicanos, Francisco Colmenares, para Washington apoderarse de los hidrocarburos del país suramericano tiene tres objetivos bien precisos: Primero, asegurarse un abastecimiento adicional de crudo, que para su industria resulta estratégico; segundo, provocar una caída de precios que arrastre a una crisis a los demás países productores y exportadores, lo que incluye a Rusia; y tercero, aprovechar esta baja para salir de la depresión económica que sufre hace años.

Que esto ocurra al costo de una guerra y la muerte y sufrimiento de millones de personas, no le importa mucho a Estados Unidos, que ya hizo de las suyas sin ningún lamento en Iraq, Libia o Siria.

Aquí está el guión que nos ha llevado a vivir este sábado horas de máxima tensión. Nada, amigos, de ayuda humanitaria ni otras excusas, solo es el petróleo, ese líquido negro y viscoso que corre por las venas del más cruel imperio que la historia humana haya conocido.         

 



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