Bolivia, la lucha continúa

Editado por Maite González Martínez
2019-11-11 07:22:41

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Por: Guillermo Alvarado

En un gesto de extraordinario valor moral y humano, el presidente y vicepresidente de Bolivia, Evo Morales y Álvaro García Linera, respectivamente, renunciaron a sus cargos para preservar la vida y la seguridad del pueblo ante la brutal arremetida de la derecha, que amenazaba con provocar un baño de sangre en el país.

Se consumó así un golpe de Estado que venía gestándose hace varias semanas, antes incluso de las elecciones presidenciales del 20 de octubre pasado, cuyos resultados los partidos y grupos opositores habían anunciado que no reconocerían en caso de ser favorables al Movimiento al Socialismo, MAS, y sus candidatos.

En realidad los comicios fueron sólo una excusa, porque la determinación de poner fin al proceso revolucionario y progresista boliviano ya se había tomado y no en Santa Cruz, ni ningún otro feudo de la derecha, sino en los pasillos de la Casa Blanca donde la presidencia de Evo era un estorbo para sus planes hegemónicos continentales.

Recordemos que el Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara, lo advirtió con claridad cuando dijo que en el imperialismo no se puede confiar ni un tantito así.

Testigo presencial de lo que ocurrió en Guatemala en 1954, cuando la invasión para deponer al gobierno revolucionario de Jacobo Árbenz, el Che sabía muy bien de lo que estaba hablando.

Si en la nación centroamericana se trató de proteger los intereses de la United Fruit Company y sus plantaciones bananeras, en Bolivia las apetencias del imperio norteño van tras los recursos energéticos y los grandes yacimientos de litio, entre otras cosas.

Veremos ahora desfilar por el país sudamericano a una legion de empresarios, inversionistas y negociantes, abanderados por el Fondo Monetario Internacional, para apoderarse de esas enormes riquezas, cuyas ganancias el gobierno de Evo había puesto a disposición del pueblo para satisfacer sus necesidades de los más humildes.

Gracias a esas políticas, millones de personas salieron de la pobreza, los niños y jóvenes tuvieron acceso a la educación, el país alcanzó los más grandes niveles de crecimiento económico de la región y retrocedieron los indicadores negativos de salud.

Evo Morales no sólo redimió de la miseria a sus compatriotas, sino que les dio patria a todos los bolivianos que antes de su administración sólo eran conocidos en el mundo por su elevada pobreza y su extraordinaria inestabilidad política.

Lo que va a pasar ahora es una incógnita, pero no se descarta una oleada represiva contra el MAS y sus dirigentes, incluido el mismo Evo. Ya hay denuncias de que la policía tratará de detenerlo, como han hecho con varios de sus cercanos colaboradores y los miembros del antiguo consejo electoral.

Hay que reiterar que cualquier agresión y violaciones a los derechos humanos serán responsabilidad exclusiva de la policía, el ejército, los partidos y organizaciones opositoras, así como de la comunidad internacional, que no debe dejar pasar en silencio esta agresión contra la democracia y la paz.

Es un día de luto para nuestros pueblos, si bien nos reconforta la declaración de Evo Morales de que la lucha continuará para garantizar el bienestar de los humildes, los desposeídos y necesitados que hoy ven cómo, momentáneamente, se apaga una luz de esperanza que iluminaba más allá de sus fronteras.



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