Un fracaso anunciado

Editado por Martha Ríos
2020-12-05 10:36:11

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Imagen ilustrativa tomada de TeleSur

Por Guillermo Alvarado/RHC

El “Plan Colombia”, firmado en el año dos mil por los entonces presidentes William Clinton, de Estados Unidos, y Andrés Pastrana, del país sudamericano, con el supuesto objetivo de combatir el tráfico de drogas y recuperar la seguridad, ha sido un fracaso dictaminó una comisión legislativa.

A veinte años de su inicio, este proyecto costó a los contribuyentes estadounidenses diez mil millones de dólares, pero no logró frenar el cultivo, producción y trasiego de estupefacientes, señaló un grupo técnico nombrado por la Cámara de Representantes en 2017.

Hay que decir que tampoco se ha conseguido mejorar los niveles de seguridad pública, sobre todo después de la firma de los Acuerdos de Paz en 2016 entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo.

Por el contrario, los asesinatos selectivos de defensores del medio ambiente, activistas por los derechos humanos y antiguos combatientes se incrementaron en el último año, hasta convertirse en hechos casi cotidianos, sin que los aparatos policiales y de justicia hicieran algo para detenerlos.

Ni siquiera la presión internacional ha conseguido que el actual presidente Iván Duque reaccione ante esta matanza interminable.

Aunque la comisión legislativa estadounidense no lo menciona, en lo que el Plan Colombia si ha dado resultados es en el incremento de la presencia de tropas del Pentágono en la patria de García Márquez.

Washington logró instalar en esa nación siete bases militares estratégicamente distribuidas para alcanzar objetivos ubicados en todo el sur del continente, de manera particular en la vecina Venezuela.

Dicha ocupación no es casualidad, sobre todo si se tiene en cuenta que Colombia posee enormes recursos naturales que son objeto del deseo de las transnacionales norteamericanas.

Lo que en realidad persigue Washington, incluso por encima del combate al tráfico de drogas, es apoderarse de importantes yacimientos de petróleo, oro, piedras preciosas y materias primas estratégicas que garanticen el funcionamiento de su industria manufacturera.

Al convertir a Colombia en una especie de portaaviones seco, la potencia norteña pretende vigilar desde allí su hegemonía regional y hostigar a los gobiernos progresistas que no se pliegan a sus dictados.

De esta manera, el combate al narcotráfico, la recuperación institucional y de la seguridad en ese país sudamericano son nada más que la pantalla para esconder una estrategia de dominación regional y mantener viva la Doctrina Monroe por otras vías.      



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