El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no se cansa de demostrar al mundo que habita en un mundo paralelo donde no existen más reglas que sus caprichos, delirios y malas crianzas que lo dibujan ya como un moderno Calígula, sólo que con mucho más poder y, por lo tanto, más peligroso.
Todavía se mantiene el eco de las risas causadas por el absurdo argumento de que el petróleo y las tierras de Venezuela le fueron “robadas” a la nación norteña y deben ser devueltas o las tomará por la fuerza, cuando abre una nueva escena circense, esta vez contra Dinamarca.
Resulta que el habitante de la Casa Blanca nombró al gobernador de Luisiana, el republicano Jeff Landry, como emisario especial de Estados Unidos para Groenlandia, una isla que forma parte del territorio danés y que mantiene una cierta autonomía administrativa.
Sobra decir que un país extranjero, así sea una potencia militar y económica, no tiene por qué enviar un emisario especial a un territorio que jurídicamente pertenece a otra nación. Esto es una ofensa y, si se me permite utilizar de nuevo aquella frase del oscuro político y diplomático francés Joseph Pouché, es peor que un crimen, es una estupidez.
Desde que llegó a la Casa Blanca por segunda ocasión, Trump reveló su ambición de hacerse con esa isla, ubicada entre América y Europa con un enorme valor estratégico, tanto para el comercio, la navegación aérea y marítima y también en una eventual guerra de alcance global.
El caso es que no se trata de un territorio abandonado y si bien es cierto que una parte de sus habitantes no quieren seguir perteneciendo a Dinamarca, menos aún desean pasar a manos de Estados Unidos.
Uno de los primeros en reaccionar fue el canciller danés, Lars Lokke Rasmussen, quien dijo estar profundamente indignado por el nombramiento y recordó que ese reino es parte de la Unión Europea, y también de la OTAN.
La primera ministra Mette Frederiksen y su homólogo de Groenlandia, Jens-Frederik Nielsen emitieron una declaración diciendo que las fronteras nacionales y la soberanía de los Estados se basan en el derecho internacional.
El portavoz del servicio diplomático de la UE, Anouar El Anouni, advirtió que preservar la integridad territorialidad del reino de Dinamarca, su soberanía y la inviolabilidad de sus fronteras, es esencial para la Unión Europea.
Si Trump leyera algo de historia quizás entendería que desde Alejandro de Macedonia, pasando por Napoleón Bonaparte, hasta Adolfo Hitler, cayeron porque, en su prepotencia, abrieron más frentes simultáneos, de los que podían mantener o defender.
