La guerra que supuestamente ha desatado la administración de Donald Trump contra los cárteles de la droga y que llevó a una inusitada presencia militar en el Caribe, ha sumido en la incertidumbre e inquietud a gobiernos y pueblos del Hemisferio Occidental.
Al enviar barcos militares y hasta un submarino de capacidad nuclear para, según dijo, enfrentar directamente a los delincuentes, Estados Unidos planta una provocación a las puertas de Venezuela.
La posterior pulverización de lo que en Washington describen como una lancha con estupefacientes que en su delirio anti-venezolano habría salido del país sudamericano, crispó aún más el panorama en una región declarada Zona de paz por la CELAC.
Precisamente, cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños expresaron preocupación ante la expansión naval de Estados Unidos, según se lee en un comunicado, aunque no fue una declaración porque algunos países matizaron la crisis.
El primer ministro de Antigua y Barbuda, Gaston Browne, advirtió que cualquier intento de Estados Unidos de transformar operaciones antidrogas en una escalada militar en el Caribe, encontrará firme oposición de su gobierno.
El desasosiego del líder caribeño se corresponde con el grado de tirantez desatado por el desplazamiento de los buques estadounidenses muy cerca de Venezuela, país al que Washington trata de ahogar económicamente.
Los caribeños observan con estupor cómo el país del Norte ordenó también el despliegue de aviones de combate F-35 a una base aérea de Puerto Rico para, según afirma, luchar contra el narcotráfico.
Todo ello ocurre cuando Donald Trump y el Secretario de Estado Marco Rubio han subrayado que su gobierno no busca ya arrestar a los narcos sino hacerles la guerra directa.
Lo que no dijeron es que también acuden a falsedades, pues informes de la ONU precisan que Venezuela está libre de cultivos ilícitos y combate el narcotráfico.
Pese a ello, Rubio y Trump intentan atribuirle a Venezuela nexos con cárteles de la droga, en una feroz campaña contra el presidente Nicolás Maduro, al que sin evidencias culpan de controlar organizaciones criminales.
“A mí no me importa los que dicen las Naciones Unidas”, dijo Rubio en Ecuador, por lo que hay razones para presagiar una ofensiva arbitraria de Washington, sin respeto al Derecho Internacional.
Tabla rasa de la práctica de que los narcotraficantes deben ser interceptados si es posible y sometidos al debido proceso.