La fuerza telúrica de la guerra en Ucrania que estremece a Europa, llega a la República Checa, este viernes y sábado, cuando las elecciones parlamentarias más reñidas de la última década, entre la coalición de centroderecha que lidera el primer ministro, Petr Fiala, y la vuelta al poder del magnate y ex jefe de Gobierno, Andrej Babis, al frente del partido ANO, sacudan un electorado muy polarizado.
Babis, ex primer ministro, ha prometido reducir impuestos, bajar la edad de jubilación y limitar el apoyo a Ucrania. Su discurso populista, al estilo de Donald Trump, ha calado en un electorado descontento con la situación económica y la gestión del Gobierno actual. Sin embargo, su regreso no está exento de controversia. Enfrenta acusaciones de fraude con fondos europeos, que recientemente llevaron a la anulación de su absolución por parte de la Corte Suprema checa.
Fiala, líder de la coalición, Spolu, acusa a Babis de poner en peligro la democracia y la posición de la República Checa en Europa al buscar alianzas con partidos extremistas. Califica el programa electoral de ANO de “cóctel populista irresponsable” de promesas económicas inviables. Fiala se aferra por ello al voto moderado y urbano, confiando en que los electores indecisos, temerosos de un giro populista, acaben inclinándose por la estabilidad que aporta su Gobierno. Los últimos sondeos otorgan a ANO alrededor de un 32% de los votos, frente al 21% de la coalición gubernamental SPOLU.
Sin embargo, si hay un partido que merece atención en estas elecciones es el SPD (Libertad y Democracia Directa), liderado por, Tomio Okamura, nacido en Japón en julio de 1972, empresario, escritor y político checo. Desde 2013 es diputado en el Parlamento de la República Checa y desde su fundación en 2015 es líder del partido de ultraderecha Libertad y Democracia Directa.
Situado en la extrema derecha del espectro político, ha conseguido consolidar un espacio propio gracias a un discurso que mezcla nacionalismo, rechazo a la inmigración, islamofobia abierta y un euroescepticismo cada vez más marcado. En las encuestas ronda entre el 11%-13%, cifras que lo convierten en posible socio indispensable para formar mayorías.
El SPD se presenta como defensor de la soberanía checa frente a «las imposiciones de Bruselas» y promueve la celebración de referendos vinculantes que podrían incluso plantear la salida del país de la UE. Su retórica recuerda: apelaciones constantes al pueblo contra las élites, rechazo frontal a las políticas de inmigración y oposición radical a la agenda verde. En el contexto de la guerra de Ucrania, sus posiciones rozan la complacencia con Moscú, al criticar las sanciones contra Rusia y al presentar la ayuda a Kiev como un “lastre” para los checos.