La derecha mundial está eufórica por el otorgamiento del Premio Nobel de la paz 2025 a la ultraradical María Corina Machado, quien lo dedicó a Donald Trump, el que ordenó un despliegue marítimo militar que amenaza a Venezuela.
Polémico, inaudito o justo y reconocedor de quien llaman demócrata. Así reaccionaron unos y otros observadores al enterarse del otorgamiento del Comité Noruego del Nobel.
La decisión coincide con la tensión en el Mar Caribe, hacia donde Estados Unidos despachó una flota para, según afirma, perseguir al narcotráfico, sin escatimar en imputaciones -huérfanas de pruebas- al gobierno venezolano, al que atribuye nexos con un cártel de las drogas.
Tampoco sobre esa última diatriba expuso convicciones el país del Norte, pero como Venezuela es blanco de sanciones, todo lo que digan en Washington es acuñado por el poder mediático.
A la par de esa narrativa, numerosas voces se han alzado para recordar los llamados de la laureada a una intervención extranjera en su país, con el objetivo de desalojar, como ella clama, a Nicolás Maduro.
En su delirio llegó a pedir ayuda a Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, país al que definió como “aliado de la libertad”.
Netanyahu ordenó el genocidio en Gaza, pero Machado no quiere enterarse.
En un mensaje en la red social X, el presidente colombiano, Gustavo Petro, le preguntó a la llamada “dama de hierro” de Venezuela si podía apartarse de Netanyahu y sus amigos nazis.
Petro le preguntó si era capaz de ayudar a detener una invasión a su país, pero la nombrada lo desoyó, a pesar de que la ONU llamó a la distensión tras los ataques con misiles de Estados Unidos a embarcaciones en el Caribe.
Todos los esfuerzos contra la delincuencia organizada se deben apegar al Derecho Internacional, dijo Miroslav Jenca, subsecretario general de la ONU para Asuntos Políticos.
Derecho Internacional no es concepto del agrado de la estimulada con un galardón desvalorado aceleradamente.
Lo que no está claro cómo la extremista premiada pudo dedicarle el otorgamiento a Trump, sin referirse al Secretario de Estado, Marco Rubio, quien impulsó en su etapa como senador la candidatura de Machado al Premio Nobel de la Paz.
Todos saben que el magnate codiciaba el lauro.
Es una más de las paradojas de la recompensada, quien prefiere que olvidemos que en 2002 firmó el denominado “Decreto Carmona”, emitido durante el golpe de estado contra el entonces presidente, Hugo Chávez.