El tema del bloqueo de los EEUU contra Cuba ha ocupado un espacio importante como tema de agenda en el sistema de las Naciones Unidas, desde 1992 hasta el presente.
La Asamblea General de la ONU ha representado el escenario principal de denuncia en el espacio multilateral, para la causa de la Isla; realidad esta que se refrendará por trigésima tercera ocasión, a finales de octubre de 2025. Este asunto ha tenido una significación relevante, tanto para Cuba como para los EEUU, en las más de tres décadas; pero sobre todo en este primer cuarto de siglo XXI.
Para el pequeño país latinoamericano y caribeño, perteneciente al denominado Sur global, su desempeño en defensa de la soberanía y derecho al desarrollo, afectado por una política inhumana que se antepone con severidad renovada contra sus legítimos propósitos, le obliga a sobreponerse de los impactos de una guerra económica fríamente calculada e implementada, con la ayuda de la denuncia vigorosa, que descansa en el informe anual que el gobierno de Cuba presenta al secretario general de la ONU.
Mientras, para la superpotencia imperial este tema, discutido y votado en el ámbito de la Asamblea General de la ONU, representa una afrenta indudable, por sus reiterados fiascos, si tomamos en consideración los esfuerzos diplomáticos desplegados para contrarrestar a Cuba y sus argumentos reales, reflejados en el proyecto de resolución que resulta aprobado, con lo que se subraya, de ese modo, la política injusta aplicada contra el pueblo cubano.
En su batalla contra el bloqueo estadounidense, Cuba ha recibido respaldo sobresaliente, como lo ilustran los resultados de las votaciones ante el plenario del máximo foro mundial, con destaque sobrecogedor del concierto africano, con la Unión Africana a la vanguardia; postura esta que pone en menoscabo los esfuerzos de Washington por quebrantar el apoyo a la Isla.
El desenlace de 2018 fue ilustrativo de las maniobras empleadas por la diplomacia de Trump, cuando mediante ocho votaciones procesales, Washington intentó desvirtuar el respaldo recibido por parte de la comunidad internacional al proyecto de resolución cubano, que sobre el tema bloqueo presenta anualmente.
Las dos administraciones estadounidenses, encabezadas por el presidente Trump (2017-2021) y a partir del 20 de enero de 2025, han revelado una hostilidad sin precedentes contra Cuba, con sus 243 medidas ejecutivas adoptadas en el primer mandato, y recrudecida en este inicio como inquilino de la Casa Blanca, que ha reafirmado como sustento esencial las leyes Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996).
Su proyección anticubana ha evidenciado la agresividad en el perseguido propósito de “cambio de régimen” por parte de Washington, que se ha hecho más notorio respecto al precedente que se estableció en el contexto de la administración Obama.
Lo sustancial de ese espacio histórico inédito fue, en síntesis, la capacidad de los dos países de establecer una negociación sería y entre iguales, centrada en lo conveniente para las partes, que condujo al restablecimiento de relaciones diplomáticas y, con ello, el comienzo de un proceso complejo hacia la normalización, que quedó trunco con la llegada de Trump.
Un ejemplo del precedente que los vínculos bilaterales entre Cuba y los EEUU, bajo la administración Obama, ha dejado de cara a un futuro hipotético cambio de la actitud hostil de Washington hacia La Habana, se verifica en el contenido de los instrumentos bilaterales adoptados por los dos países, después del 17 de diciembre de 2014 hasta el 19 de enero de 2017.
En ese lapso, Cuba y los EEUU rubricaron 23 documentos que se corresponderían con el nivel de diálogo y negociación alcanzados en esa altura, que marcan un referente nítidamente incuestionable.
La batalla diplomática de Cuba contra el bloqueo estadounidense ha sentenciado la importancia del multilateralismo; máxime cuando se trata de un país del Sur global, que a partir del 1 de enero de 1959 ha validado su resonancia, no sólo para defender los intereses legítimos propios, sino también para abrazar causas justas, como resultan la lucha contra el colonialismo, el neocolonialismo, el derecho al desarrollo, los derechos de la mujer y defensa del medio ambiente, por citar temas emblemáticos.
Como expresara el canciller Bruno Rodríguez Parrilla en la conferencia de prensa, para denunciar las maniobras anticubanas más recientes, encaminadas por la administración Trump con países latinoamericanos y europeos, dirigidas a socavar el respaldo a favor de la Isla en el tema del bloqueo, Cuba espera con seguridad el apoyo de la comunidad internacional a su causa justa.
(Rodobaldo Isasi Herrera, investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional)
