Los cubanos trabajan afanosamente para borrar las huellas del poderoso huracán Melissa que afectó la región oriental, aunque deben atender nuevas emergencias.
Cuando se requieren las mejores condiciones posibles para atender las necesidades de centenares de miles de personas, a quienes perjudicó el meteoro, el peligro de nuevas inundaciones se cernió sobre pobladores.
Tras las iniciales precipitaciones asociadas a Melissa se reportaron otros aguaceros, sobre todo en zonas montañosas, desde donde se originaron escurrimientos, o sea, nuevos cauces de agua que avanzaron peligrosamente sobre poblados.
Los asentamientos anegados pertenecen al municipio de Río Cauto, en la oriental provincia de Granma, a donde debieron trasladarse con urgencia medios de transporte de las Fuerzas Armadas, para realizar centenares de operaciones de salvamento.
A los efectivos de la institución armada se sumaron civiles, combatientes del Ministerio del Interior, bomberos y la Cruz Roja, en una operación contra reloj para rescatar a pobladores cercados por las aguas.
La oriental provincia cubana de Las Tunas acogió a miles de desplazados, quienes encontraron allí una segunda casa.
Y ello ocurre luego de que las precipitaciones registradas en las provincias orientales provocaran que 84 del total de embalses del país superen el 95 por ciento de su capacidad.
Ha sido imprescindible que expertos del Instituto de Recursos Hidráulicos, Meteorología y científicos aporten sus habilidades para manejar la situación y salvar vidas humanas.
No obstante, en la mayor de las Antillas no se ha culminado el recuento total de los daños provocados por el huracán Melissa y las posteriores inundaciones, pero preliminarmente se habla de 16 mil viviendas con afectaciones parciales o totales.
Caminos serranos, otros viales, las líneas férreas de Santiago de Cuba y de Bayamo, la capital de Granma, los tendidos eléctricos y de telefonía, arbolado y puentes se suman a la lista de perjuicios causados por el huracán, el cual ocupa el puesto 45 en la cuenca del Atlántico por la intensidad de sus vientos.
Expertos aseguran que las pérdidas son cuantiosas, pero pudieron ser más si la Defensa Civil y el Consejo de Defensa Nacional no se hubieran anticipado para preparar a la población y a la economía ante la previsible catástrofe natural.
Ahora corresponde trabajar con ahínco en la redención de los territorios, hacia donde también comienza a llegar ayuda internacional, para la cual Cuba está preparada.
														