Durante las casi dos décadas de ocupación de Afganistán por fuerzas militares occidentales, encabezadas por Estados Unidos, se cometieron todo tipo de tropelías, violaciones a los derechos humanos, asesinatos selectivos y masacres que, poco a poco, van saliendo a flote.
La acción fue totalmente injustificada, porque Washington acusó a ese país de brindar protección a Osama Bin Laden, quien supuestamente estaba detrás de los ataques contra las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001, un evento sobre el cual hay más dudas que certezas.
El tema sale a flote porque en los últimos días varios medios destacan la noticia de que miembros del SAS, como se conoce a las fuerzas especiales británicas, habrían ejecutado a numerosas personas en el país centroasiático, incluidos niños, y esos crímenes fueron encubiertos.
Los hechos fueron sacados a la luz durante un trabajo publicado en 2022 por la British Broadcasting Corporation, más conocida como la BBC, la empresa pública de radiodifusión del Reino Unido, que desembocó en una investigación oficial un año después, y hace unos días se hicieron públicos los primeros resultados, que al parecer confirman los hechos.
El Comité Internacional de la Cruz Roja señala en un resumen que el general Mark Carleton-Smith, exjefe del SAS, fue informado sobre los presuntos asesinatos ilegales, pero ocultó la información a la Real Policía Militar.
Según las evidencias, ese grupo de combate asesinó a 54 personas en un período de seis meses en 2010 y 2011, y entre las víctimas habría mujeres, niños y hombres en edad de combatir y todos estaban desarmados.
Luego de las ejecuciones extrajudiciales, los comandos colocaban armas, en concreto fusiles AK-47, al lado de los cuerpos con el propósito de simular combates que nunca existieron.
Un testimonio de un oficial de alto rango, identificado con la clave N1466, habría entregado pruebas de un comportamiento criminal, pero estas fueron descartadas por los altos mandos del SAS.
El testigo incluso afirma haber llegado a la conclusión de que el problema de esas ejecuciones es que no fueron perpetradas por un pequeño número de soldados o por una sola unidad, sino que potencialmente se trató de un comportamiento más generalizado durante la ocupación.
Esto combina con la opinión de otras personas sobre que los grupos SAS competían entre ellos para determinar cuál habría logrado el mayor número de bajas.
Observando el comportamiento criminal de Estados Unidos en el Caribe, donde mata sin juicio ni condena y hasta se jacta de ello, nada de lo anterior parece extraordinario. Es, nada más, la normalización del asesinato.
