Cuba mantiene con rigor el combate contra el tráfico y consumo de drogas, aunque atendiendo a su posición geográfica, Estados Unidos debería aumentar su colaboración con el archipiélago caribeño.
Oficiales del Ministerio cubano del Interior revelaron recientemente que La Habana envió entre 1990 y el 30 de noviembre pasado, un total de mil 546 mensajes con información de tráfico internacional de estupefacientes, a las instancias correspondientes del país del Norte.
En las precisiones se advertía sobre el movimiento de narcotraficantes en aguas cercanas a la nación caribeña.
Sin embargo, apuntaron las fuentes, recibieron apenas 468 mensajes de esa naturaleza procedentes de Estados Unidos, o sea, la relación es de tres a uno.
La estadística cobra significado en momentos en que la primera potencia militar del mundo mantiene una desproporcionada flota en el Caribe, de perfil peligroso contra Venezuela, aunque afirma que persigue a contrabandistas de sustancias ilícitas.
También se reportan insidiosas campañas sobre una presunta implicación de la mayor de las Antillas en el tráfico de narcóticos hacia Estados Unidos, eventualidad refutada por La Habana.
La mayor de las Antillas no es país productor, de tránsito o almacén de narcóticos, pero se encuentra en un corredor hacia el Norte, por lo que se detectan los llamados “recalos”, o sea, equipajes de drogas en el mar, abandonados por delincuentes.
También se percibe aparición local de sustancias de carácter sintético, especialmente cannabinoides, conocidos aquí como “químicos”.
Entre 2024 y 2025 se frustraron 72 intentos de ingresar drogas a Cuba desde 11 orígenes, pero el mayor emisor es Estados Unidos, especialmente con cannabinoides sintéticos, apuntaron peritos.
Solo en 2025, las tropas guardafronteras interceptaron 14 lanchas rápidas y detuvieron a 39 narcotraficantes, todos entregados a la justicia para su debido proceso.
El gobierno profundizó su permanente lucha antidrogas, con acento en la prevención, y los tribunales atienden con prontitud y apegados a las leyes los casos de tráfico y consumo.
La legislación cubana contempla penas de hasta 30 años de cárcel o cadena perpetua para delitos graves de venta, distribución o tráfico, además de la confiscación de propiedades.
No obstante, Cuba considera que la lucha antinarcóticos en la región sería más eficaz si Estados Unidos no mantuviera casi congelado el acuerdo bilateral para enfrentar ese tipo de delitos.
