Durante el siglo XIX, la humanidad dio un brinco formidable en su desarrollo al entrar en la edad industrial gracias a la máquina de vapor y, en los últimos años, a la electricidad; la siguiente centuria se caracterizó por la universalización de la guerra y el advenimiento de la energía nuclear, tanto como motor de crecimiento, como por ser un arma de exterminio masivo.
Por lo que hemos visto en la primera cuarta parte del siglo XXI, esta etapa podrá ser perfectamente caracterizada como la edad de la indiferencia, porque nuestra especie está perdiendo de manera acelerada su capacidad de asombro, la empatía hacia sus semejantes y la solidaridad como valor fundamental.
Las modernas tecnologías, incluida la primera fase de la inteligencia artificial, no nos están haciendo mejores. Estamos más conectados, pero día a día vivimos más solos; ya no estamos en comunidad, estamos amontonados, cada cual en la pequeña atmósfera de un pequeño teléfono celular.
Así lo advirtió hace unas horas Tom Fletcher, responsable del trabajo humanitario de la ONU, cuando presentó la campaña para el año próximo, que tendrá serias limitaciones económicas porque muchos Estados recortaron sus aportes, más que nada por su apatía hacia el sufrimiento ajeno.
“Estamos en un tiempo de brutalidad, impunidad e indiferencia”, aseguró el funcionario, en referencia a la ferocidad e intensidad de asesinatos, el completo desprecio por el derecho internacional y los elevados niveles de violencia sexual ocurridos durante el 2025.
La ONU aspira a recaudar 33 mil millones de dólares para ayudar a 135 millones de personas necesitadas en el planeta, pero la cifra será muy difícil de conseguir ante los recortes hechos por Trump a la ayuda exterior.
De hecho, la potencia norteña es la principal donante para estos gastos de la máxima organización mundial, pero este año la cifra cayó de manera drástica hasta ubicarse en dos mil 700 millones de dólares.
La cifra es ridícula para un país que presume de ser la mayor potencia económica del mundo, pero sobre todo si se compara con el presupuesto militar de 2025, de alrededor de 895 mil millones, una buena parte de ellos destinado a la modernización del arsenal nuclear.
Las prioridades de la ONU para 2026 están en Gaza, Cisjordania y Sudán, donde decenas de miles de personas han muerto o están desplazadas, si bien las urgencias humanitarias crecen en todos los continentes.
Sin embargo, cada vez reina más la indiferencia en los países ricos, incluso en urgencias que los afectan a ellos, como el cambio climático, y hacen realidad aquello de que nadie está a salvo hasta que todos estemos a salvo.
