Cerca de 15,7 millones de ciudadanos de Chile acudirán a las urnas el próximo domingo para elegir en segunda vuelta al próximo presidente entre dos visiones de país totalmente opuestas, una vinculada con la más rancia extrema derecha y la otra con el progresismo y la socialdemocracia.
En efecto, de un lado está José Antonio Kast, nacido en Chile de padres alemanes que emigraron tras la II Guerra Mundial, un poco para escapar al desastre ocasionado por ese conflicto y otro para evadir a la justicia, pues Michael Kast, su progenitor, fue miembro del partido nazi desde los 18 años.
Nadie puede decir cuánta influencia ejerció el padre sobre su hijo, pero está claro que este profesa una ideología similar a la de VOX, en España, Reunificación Nacional, en Francia, o Alternativa por Alemania, en la tierra de sus ancestros.
Su programa está íntimamente vinculado con las ideas más neoliberales en el orden económico y político; admira a Donald Trump, al salvadoreño Nayib Bukele, así como a su vecino, Javier Milei, entre otros de esa especie.
En cuanto a los migrantes, afirma que expulsará a 330 mil indocumentados y no descarta separar a los padres de sus hijos que hayan nacido en Chile.
En la acera de enfrente está Jeannette Jara, quien por decisión propia ya puede considerarse como una exmilitante del Partido Comunista de Chile, que forma parte de la coalición que la apoya, junto al Partido Socialista, el Frente Amplio, la Democracia Cristiana y otras agrupaciones de tendencia centrista.
Jara fue ministra de Trabajo durante el gobierno de Gabriel Boric y tiene en su haber la realización de una reforma parcial de pensiones y la reducción gradual de la jornada laboral hasta las 40 horas semanales.
Ambos candidatos coinciden en la urgencia de combatir la violencia y al crimen organizado, cada vez más enquistado en el país, aunque por vías diferentes. Jara, por ejemplo, es partidaria de levantar el secreto bancario para seguir la ruta del dinero, a lo que Kast y la derecha en general se oponen.
Kast ofrece rebajar impuestos a los más ricos, supuestamente para estimular la creación de empleos, y adelgazar al extremo al Estado por medio del despido de decenas de miles de empleados públicos.
En la primera vuelta, Jara ganó con 26,9 por ciento de los votos y Kast quedó segundo con 23,9, pero eso ocurrió porque la derecha y la extrema derecha fueron divididos a las urnas. Ahora el republicano recibió el apoyo de los conservadores y sus extremos y, a menos que ocurra una sorpresa muy grande, todo apunta a que será el próximo ocupante de La Moneda.
Otro paso de la región hacia las fuerzas más oscuras de la política.
