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Ultraderecha no llegó a Chile, ya estaba

por Guillermo Alvarado
José Antonio Kast

Durante las últimas horas proliferaron las muestras de asombro y preocupación por la victoria de la extrema derecha, personificada en José Antonio Kast, a la presidencia de Chile, pero no se trata de un fenómeno novedoso, sino del resultado de una deriva histórica gestada en décadas.

En realidad esta ideología no desembarcó ahora, ni en las dos o tres últimas décadas, sino que está instalada en la nación sudamericana antes, incluso, del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, encabezado por Augusto Pinochet contra el presidente socialista Salvador Allende.

Justamente falleció por estos días Pablo Rodríguez Grez, fundador del movimiento ultraderechista Patria y Libertad que realizó una feroz guerra terrorista contra Allende, que incluyó el sabotaje y los asesinatos.

Si hay que buscar el huevo de la serpiente, está justo por allí, a principios de los 70 del siglo pasado. Esto, sin olvidar el plebiscito organizado en 1988 para decidir si el dictador permanecía o no otros seis años en el poder.

El NO ganó con 54,7 por ciento de los votos, pero ojo, tras 15 años de terror y muerte, 43 de cada 100 chilenos sufragaron por el SÍ, para que Pinochet y su camarilla siguieran gobernando a su antojo. No es un dato menor.

Finalmente los partidos de la concertación tomaron el gobierno, pero excepto la salida del tirano, pocas cosas cambiaron en ese país. Siguió, y sigue vigente aún la Constitución implantada por Pinochet en 1980 y la economía permanece hasta hoy bajo el modelo clásico del neoliberalismo.

Muchos que salieron el domingo a celebrar la victoria de Kast, pertenecen a las familias más ricas, que concentran el poder económico y lo comparten con grandes consorcios transnacionales en ramas como el cobre, el litio, la salmonicultura y la gran industria agroexportadora.

Por otra parte, los gobiernos autollamados “progresistas” plegaron las banderas del bienestar social y administraron el país en beneficio de los poderosos y el que está terminando ahora no es la excepción, sino la regla.

Dos ejemplos, La Araucanía está militarizada para beneficio de las grandes forestales, y las víctimas de los feroces incendios en Valparaíso de hace ya dos años, aún esperan una vivienda básica para albergar a sus familias.

Para comprender al nuevo presidente, reproduzco parte de mi comentario de hace cuatro años, cuando se enfrentó y perdió con Gabriel Boric.

“Como publicó la revista alemana Der Spiegel, Kast no regaña ni ladra como su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, sino que emplea un lenguaje sutil respaldado por una sonrisa de pastor de iglesia, por donde desliza su perfil ultraconservador, misógino y xenófobo”.

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