Con la misma orfandad de evidencias con la que ha lanzado múltiples imputaciones sobre Venezuela acerca de su supuesto involucramiento con el narcotráfico, Estados Unidos escaló el conflicto bilateral al exterminar, según dijo, a una lancha de delincuentes que se movía por el Caribe.
Ese mismo Mar, infectado de ocho buques militares estadounidenses incluyendo uno con capacidad nuclear, ha sido el escenario -según la liturgia de la Casa Blanca- por el que transitaría el bote, cargado de narcotraficantes, procedentes de Venezuela.
La atropellada fábula llamó la atención de muchos observadores, empezando por Caracas, cuyo gobierno calificó la embarcación como una obra probable de la Inteligencia Artificial.
Quienes cuestionan la narrativa sellada en el país del Norte comentaron con ironía la supuesta osadía de los bandidos de arriesgarse con una carga alta de estupefacientes en un mar con una presencia de 4 mil 500 efectivos de guerra de Estados Unidos.
El asesinato de los 11 tripulantes de la embarcación, corroborado por Donald Trump, también generó malestar, pues los atacantes prefirieron exterminarlos sin intentar su captura y presentación ante la justicia, conforme a un estado de derecho.
Ocurre que desde la designación de terroristas, la administración Trump considera a los cárteles de la droga como objetivos de guerra y cree tener la atribución de enfrentarlos dónde y cuándo lo determine, sin importarle derivaciones para terceros.
Como era de esperar, el incidente marítimo que condujo a la liquidación de 11 “narcoterroristas” fue utilizado como nuevo argumento para aumentar la campaña de descrédito contra el gobierno venezolano.
El magnate inmobiliario repitió su libreto: Venezuela envía criminales a Estados Unidos y el presidente Nicolás Maduro tiene vínculos con un cártel de la droga.
Todo ello ha servido para que la potencia del Norte coloque en tensión el Mar Caribe, ponga en entredicho la condición de zona de paz de la región y amenace muy seriamente a un país con intervenirlo.
Para Venezuela, el secretario norteamericano de Estado, Marco Rubio, trata de alentar la guerra y pretende convencer de ello a Trump.
Por esa razón, Venezuela ha denunciado la movilización militar estadounidense en el Caribe, la que considera “la mayor amenaza vivida en la región en cien años, solo comparable con la crisis de Octubre en Cuba, en 1962.