Con lo que el gobierno llama enfoque social, México imprime bríos a la competitiva y esquiva industria del turismo, con énfasis en mostrar cultura, paraísos naturales y hospitalidad.
En declaraciones a la prensa, la secretaria de Turismo, Josefina Rodríguez Zamora, destacó la anhelante meta del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum: pasar del sexto al quinto país más visitado del mundo.
Ese colofón parece difícil en una industria tan profesional, con Estados Unidos aun atrayente a pesar de la turbulenta administración; Francia, España y plazas caribeñas que pugnan por sostenerse o rescatar glorias escapadas.
Con el revelador lema de “prosperidad compartida”, el gobierno mexicano pretende atraer inversionistas, visitantes extranjeros y recursos, los cuales, dice, deben reportar dividendos al interior del país.
Con un mosaico de ofertas arqueológicas, patrimoniales, geográficas, climáticas y de sol y playa, México puede ampliar sólidas atracciones, gracias a empresarios conocedores de la industria.
Y ahí entra lo que define Rodríguez Zamora como “comercializar el turismo comunitario”, pues, agrega, debe ser motor del desarrollo económico y social.
Con la respetable cifra de 45 millones de visitantes anualmente, la extensa nación latinoamericana define como crucial el fomento de la conectividad, la promoción y el examen de nuevos mercados.
Apelará asimismo a la inversión en infraestructura y a invitaciones a viajar en el tren maya e incluso a Chiapas, región olvidada por administraciones anteriores.
Se trata de ensanchar ingresos en función de desarrollos regionales, a pesar de inconvenientes como la violencia y el narcotráfico.
México entonces aspira a un nuevo récord en 2025, al cosechar para el Producto Interno Bruto más de 280 mil millones de dólares a la economía, según estimaciones de WTTC, siglas en inglés del Consejo Mundial de Viajes y Turismo.
Sería más de 15 por ciento del Producto Interno Bruto, con cobertura de empleo, pues el sector apoya casi 8 millones de puestos de trabajo, 13.3% del total.
Y según prevé, el gasto de visitantes internacionales alcanzaría un monto representativo de un aumento de 7.5 por ciento respecto a 2019.
México trabaja mucho más allá de la promoción tradicional de la llamada industria del ocio, para insertarla como motor económico en la estrategia del bienestar para más personas.