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Influencias y maniobras de distracción en Belém

por Roberto Morejón
COP30

En momentos en que las emisiones globales de los combustibles fósiles vuelven a marcar récord, al crecer 1,1 por ciento en el año en curso, ganan relieve las conferencias sobre el cambio climático.

Es el caso de la de Belém do Pará, en Brasil, aunque hay intereses poderosos que intentan desvirtuar avances.

La trigésima Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático, conocida como COP 30, reúne a representantes de más de 190 países, enfrascados en negociar la ejecución de políticas para amortiguar el cambio climático en el mundo.

Se trata de un foro esencial para recortar fisuras entre las presentes políticas y las imprescindibles para acatar el Acuerdo de París.

No obstante, funcionarios de la ONU y brasileños coinciden en que la velocidad de las negociaciones no está acorde con la magnitud de los apremios.

En ese comportamiento pudiera incidir la presencia numerosa de representantes de corporaciones del petróleo, gas, agronegocio e industria.

Versiones de prensa indican la ubicación de más de cinco mil agentes y activistas de empresas de combustibles fósiles, los llamados lobistas, cuyo número rebasa a casi todas las delegaciones.

Como punteros figuran los enviados de Shell, Exxon y Chevron, criticados por ser responsables de emisiones de vapores que originan el cambio climático, interesados en influir sobre las pláticas para imponer sus agendas.

A esos exponentes no les resulta apropiada la necesidad de eliminar los combustibles fósiles y de detener o revertir la deforestación, así como las emisiones de gases invernadero.

Y ello es preocupante cuando en diciembre se cumplirán diez años de la firma del Acuerdo de París y se registran aumentos de temperaturas, ondas de calor, incendios forestales, inundaciones, huracanes intensos y enormes sequías.

Suficiente como para darle más voces en los foros internacionales a comunidades aborígenes y a otros sectores y países pobres, sin recursos financieros para trasladar delegaciones nutridas a los recintos donde se aborda la situación del entorno.

Cuando petroleras, industrias, corporaciones del agronegocio y del gas defienden relatos que atrofian los esfuerzos sobre políticas a favor de frenar el cambio climático, se impone contrarrestar esas posturas que, cuando menos, distraen a foros internacionales de los objetivos más acuciantes.

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