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Iniquidades

por Guillermo Alvarado
Frio en Gaza

Pasó la navidad y para millones de seres humanos eso de “noche de paz, noche de amor” volvió a ser una quimera porque sus esfuerzos están dirigidos a no sufrir una muerte cruel en medio de los tantos conflictos desatados en el mundo, algunos de ellos por mero capricho de los más poderosos.

Fue otra jornada de iniquidades, de maldad y de odio y sólo voy a citar dos ejemplos, porque son tantos que no cabrían en un libro.

En la Franja de Gaza, donde los bombardeos israelíes, hechos con bombas y aviones de Estados Unidos asesinaron a más de 70 mil personas ante el silencio brutal de buena parte del resto del mundo, la muerte es todos los días una constante, porque el genocidio no se detuvo.

Si al principio fueron la metralla y las balas, luego se sumaron el hambre y la falta de atención médica elemental y ahora, hoy mismo, es el frío el que está matando a niños, ancianos y personas desvalidas.

Los padres tratan de reforzar tiendas hechas con cualquier cosa, trozos de madera, telas viejas, plástico usado y algo que parezca un colchón para que los niños duerman, todo ello bajo un intenso frío, y cuando llueve muchas veces todo les cae encima.

El Ministerio de Salud de Gaza informó que decenas de personas, incluido un recién nacido, murieron en esos días por hipotermia o tras el colapso de viviendas dañadas por la guerra, que no resisten las lluvias de la temporada.

Los trabajadores advierten a la gente que no se refugie en edificios afectados por las bombas, pero sucede que no hay ningún otro lugar y nadie les brinda la ayuda necesaria.

El otro evento, que tiene elementos verdaderamente macabros, fue el bombardeo estadounidense el mismo día de navidad contra supuestos campamentos del Estado Islámico en Nigeria, con el pretexto de que asesinaban a “cristianos inocentes” en el área.

En un gesto horroroso, que pone de manifiesto su catadura moral, Donald Trump informó del hecho y deseó “una feliz navidad a los terroristas muertos”, acto indignante, impropio de un ser humano normal, más aún del jefe del Estado supuestamente más desarrollado del planeta.

Peor aún, luego del ataque los lugareños afirmaron que por años ellos nunca han tenido problemas con ese grupo extremista, lo cual pone en evidencia la mentira de Trump para justificar un hecho injustificable.

Ni los palestinos que mueren de frío en Gaza, ni los aldeanos en Nigeria son una amenaza a la seguridad de Estados Unidos, cuyo presidente parece que disfruta asesinando inocentes.

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