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La Isla de la solidaridad, la isla del amor

por Dalia Reyes
Huracán Melissa

Hay una isla que navega por el Mar Caribe. Le dicen la Llave del Golfo y también la Isla de la Libertad.

Ahora mismo, pudiera llamarse también la Isla de la solidaridad.

Porque este país tiene gente buena humilde y sencilla que en estos tiempos duros ha enfrentado de todo: virus que provocan dolores en todo el cuerpo hasta llegar a la incapacidad de las personas por un tiempo prolongado.  Apagones de muchas horas, problemas económicos, escasez de agua, de medicinas y de alimentos. Bloqueo.

Un panorama muy duro, agudizado en estos momentos por la furia de la naturaleza, con un terrible huracán con nombre de mujer, Melissa, que dejó a fines de octubre, en el Oriente a miles de personas con sus viviendas destruidas y el dolor de las pérdidas de sus pertenencias más entrañables.

Pero esta isla tiene gente con el corazón en el medio del pecho.

En medio de tanta desgracia, nadie perdió la vida.

Huracán MelissaHuracán Melissa

Todavía estremecen las imágenes de los rescatistas con niños y ancianos en sus brazos, salvados cuando las aguas quisieron tragarse todo, hasta la esperanza, o los rostros de dirigentes insomnes, con ojeras del dolor y del agotamiento físico, en el medio de las comunidades impactadas, pero con la certeza de que juntos, saldremos una vez más de esto, porque ellas y ellos, los habitantes de esta isla, llevan en su sangre la mezcla de los ancestros indios, africanos, chinos, españoles, en ese ajiaco de culturas indoblegables que no se dejan ni se dejarán vencer.

Huracán MelissaAhí están los hermanos de otras provincias, trabajadores eléctricos, de la construcción, de la Empresa de Telecomunicaciones (ETECSA), que marcharon desde las primeras horas para recuperar pronto la vida habitual de sus hermanos.

La ola de pueblo que en todo el país ha recolectado donativos con mensajes de luz, los artistas, los trabajadores de todos los organismos y entidades, los del sector no estatal, los cederistas y federadas, los jóvenes y hasta los niños que han tendido sus manos porque en esta isla nadie está solo.

Huracán MelissaAhí están los abrazos y las palabras de aliento y las donaciones recolectadas por un pueblo que sabe que, en cualquier lugar, cuando un hijo sufre, sufrimos todos.

Ahí están los barcos y aviones que han llegado desde muchas latitudes con cargas de amor para este pueblo, y están también los hijos e hijas nacidos en esta isla repartidos por todo el mundo que han ayudado, y han ofrecido lo que tienen, porque a este país, en cualquier lugar del planeta donde se habite, se le lleva en el corazón.

Huracán MelissaHuracán Melissa

He visto lágrimas de tristeza, pero también palabras de agradecimiento por todo lo que se hace para volver a la cotidianidad, y porque vuelva a brillar el Sol cuando bajen las aguas y los pueblos recuperen sus colores.

He visto brigadas de vecinos dándose las manos para colocar un techo o para compartir un alimento, o para dar un juguete a un niño, o para celebrar los quince años de una muchacha en un Centro de evacuación de otra provincia, porque esa edad es de ensueños, y nada podía borrarle la sonrisa a esta joven que lució sus vestidos más lindos, gracias a tantas personas buenas.

En este país sopló un huracán furioso que no pudo llevarse la esperanza, quizás por ese empeño de necios Quijotes que siguen cantando a la vida, a pesar de escaseces, de virus, de vientos, lluvias, inundaciones…

Esta es mi isla. Se llama Cuba, le dicen la llave del Golfo, la Isla de la Libertad, pero tal vez pudiera llamarse en este difícil 2025, la isla de gigantes, la Isla de la solidaridad, la isla del amor.
(Dalia Reyes Perera, corresponsal de Radio Habana Cuba en Villa Clara)

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