Estudiantes de Estados Unidos que cursaron Medicina en Cuba mantienen su gratitud al pueblo que les brindó becas gratuitas, procedimiento que les permitió adiestrarse en tan noble profesión, a pesar de provenir de comunidades de pocos recursos.
El canciller de la mayor de las Antillas, Bruno Rodríguez, quien asiste a reuniones en la ONU, tuvo un encuentro en Nueva York con un grupo de esas personas formadas en la Escuela Latinoamericana de Medicina.
De los 245 estadounidenses graduados en la patria de José Martí, un centenar trabaja en salud pública, educación, medicina integradora, investigación y sectores sin fines de lucro y otros 144 completan la residencia o practican en más de 30 estados.
Todos ellos, junto a muchachos procedentes de América Latina, Caribe, África y Asia, vivieron en el archipiélago caribeño una experiencia vital que no solo les aportó conocimientos de anatomía.
Nacidos y criados en contextos donde la desigualdad y la pobreza les impedían ingresar a escuelas de nivel superior, los alumnos matriculados en la Escuela Latinoamericana de Medicina y en facultades de todo el país se comprometen con la vida, la solidaridad y la justicia social.
Concebido en 1999 como respuesta a los estragos causados por dos huracanes en Centroamérica y el Caribe, el referido plantel respondió a una iniciativa del líder histórico Fidel Castro.
Cuba ha proseguido con esa institución y propósitos adaptados a las actuales circunstancias, con carencias materiales derivadas del bloqueo de Estados Unidos.
Los estudiantes extranjeros que vienen a este país reciben aquí una formación académica rigurosa y aprenden a ser médicos que preservan la dignidad, comprometidos con su comunidad, sin que el mercado nuble las vistas.
Los estadounidenses vienen en muchos casos de zonas pobres del sur, barrios de ascendencia latina y valoran altamente el programa de Cuba que, en el espíritu de la cooperación Sur-Sur, facilita estudios de Medicina a jóvenes de escasos recursos.
Es justo recordar el papel protagónico del reverendo Lucius Walker, ya fallecido, y la organización IFCO-Pastores por la paz en el desarrollo de esta experiencia con estadounidenses.
En la mayor de las Antillas se han graduado más de 31 mil alumnos de Medicina de 122 países desde 1999, todos con conocimientos y habilidades para acometer una labor encomiable al regreso a sus lugares de origen.