La implementación de la gloriosa Operación Carlota, con participación militar de internacionalistas cubanos, facilitó el acceso a la independencia del vasto territorio colonial africano, que se convertiría en lo adelante en la República Popular de Angola (RPA), a partir del 11 de noviembre de 1975.
Este fue uno de los acontecimientos internacionales más relevantes de ese año, que tuvo lugar en medio de un dramático desenlace bélico, que involucró una invasión apoyada por el gobierno del entonces Zaire (hoy, República Democrática del Congo), junto a mercenarios bajo la tutela de la CIA, por la frontera norte, y al ejército regular de Sudáfrica del apartheid, por el sur.
La declaración de independencia estuvo a cargo del presidente del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), devenido presidente de la República, Dr. Antonio Agostinho Neto, médico y poeta insigne de su generación, comprometido no sólo con la causa de liberadora de su país, sino de toda África austral, sobre todo al asumir la jefatura del Estado angolano.
Medio siglo nos separa de esa epopeya, que puso de relieve la capacidad del Gobierno Revolucionario cubano de respaldar al MPLA, en su largo y no menos complejo bregar, desde su fundación, el 10 de diciembre de 1956, hasta nuestros días, como partido en el poder que sustenta hoy relaciones formales con el PCC. Cuba y Angola establecieron relaciones diplomáticas el 15 de noviembre de 1975.
El análisis reflexivo sobre Angola y el respaldo internacionalista de Cuba, presentado por el Comandante en Jefe, durante el I Congreso del PCC, en diciembre de 1975, dejó por sentado el significado y la importancia de esa epopeya internacionalista, que tuvo como momento emblemático previo el encuentro en Brazzaville (enero, 1965) entre el comandante Che Guevara y Neto.
Una referencia sucinta al devenir del MPLA y su desarrollo ulterior, permite apuntar que fue el movimiento de liberación nacional angolano que supo comprender la necesidad de la unidad y cohesión, de Cabinda a Cunene, como pilar esencial, que asumió la realidad ineludible de la existencia de un variado universo etnolingüístico y cultural, y articuló la actividad política de sensibilización y compromiso, así como movilización para la lucha armada.
A lo antes descrito, se añade la cualidad revolucionaria y progresista que el presidente Neto y sus más allegados colaboradores, algunos de ellos miembros del naciente Buró Político y otros integrantes del Comité Central del MPLA, organizado en agosto de 1974, le imprimieron al desempeño del movimiento en su accionar.
Al mismo tiempo, tuvo en la creación de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA), otra decisión clave en ese momento, para asumir la defensa del país y enfrentar la guerra impuesta por los enemigos internos y externos, encabezados por los EEUU, en plena Guerra Fría, cuya hostilidad frontal desde Washington se hizo evidente hasta la rúbrica de los Acuerdos de Nueva York, el 22 de diciembre de 1988.
Dichos acuerdos mostraron una faceta particular en el desarrollo de las relaciones bilaterales entre Cuba y la RPA, específicamente en el ámbito político y diplomático, que permitió frente a los EEUU y la Sudáfrica del apartheid: asegurar la integridad territorial de Angola y el establecimiento de un cronograma para la independencia de Namibia.
Fue en ese lapso en que tuvo lugar la batalla crucial de Cuito Cuanavale, en el extremo suroriental de Angola, la cual representó el golpe militar definitivo al régimen de apartheid y catalizó los cambios internos en Sudáfrica, que condujeron al desmantelamiento del oprobioso sistema de racismo institucionalizado y separación de razas, y las primeras elecciones multipartidistas y multirraciales, celebradas a finales de abril de 1994.
Los vínculos de amistad y solidaridad prevalecientes entre Cuba y la actual República de Angola están sustentadas no sólo en el desempeño consensuado de lo político y diplomático, sino además por la cooperación bilateral, que tiene en la esfera de lo social un punto cardinal para la parte angolana; mientras, el respaldo de Luanda a la noble causa cubana de la lucha contra el bloqueo estadounidense ha representado un apoyo fundamental.
A modo de colofón, se pudiera subrayar que la Operación Carlota marcó un paradigma en el desempeño internacionalista militar cubano, que tuvo un antecedente africano medular, como resultó la experiencia de ese tipo en Guinea Bissau, por varios años, en cuyo contexto los colonialistas portugueses fueron derrotados por la pujanza de las armas de los guerrilleros guineenses y sus colaboradores cubanos.
En esa contienda trascendental en tierras guineenses, participaron jefes relevantes de la sierra y el llano, como fueron los comandantes Raúl Menéndez Tomassevich, Raúl Díaz Argüelles, ambos con la condición de Héroe de la República de Cuba, y Víctor Dreke, segundo al mando del contingente internacionalista cubano en la República Democrática del Congo, liderado por el imperecedero comandante Ernesto Guevara de la Serna.
(Rodobaldo Isasi, Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional -CIPI-)
