La población mundial envejece a un ritmo acelerado. De acuerdo con organismos internacionales la mayoría de las naciones del orbe experimentan un incremento del número y proporción de adultos mayores.
Se estima que para 2030 habrá 265 millones de personas mayores de 80 años y para el 2070 los habitantes del planeta con 65 años o más superarán en número a los menores de 18 años.
Nuestro país no escapa a este fenómeno. El indicador de envejecimiento demográfico que muestra es uno de los más altos de América Latina y el Caribe, con cerca de 26% del total de la población con 60 años y más.
En medio de este contexto es de vital importancia la figura del cuidador. Precisamente en esta semana se celebró el Día Internacional de las personas cuidadoras, que en muchos casos no reciben ninguna remuneración y no tienen un horario definido para ejercer esa labor.
En Cuba como es lógico, también han ido ganando en visibilidad estas personas, fundamentalmente mujeres de la familia que se ocupan del bienestar de los adultos mayores.
Por tanto, ha sido igualmente una preocupación de las autoridades el reconocimiento social a esta noble labor y, aún en medio de las difíciles condiciones que impone el bloqueo norteamericano, garantizar y mejorar los servicios ya existentes que faciliten además, el cuidado de este sector poblacional.
Un gran paso de avance en este camino es el Decreto Ley 109, implementado a partir de octubre del pasado año y que, de acuerdo con las autoridades, busca consolidar un Sistema Nacional para el Cuidado Integral de la Vida.
Además, precisan, fortalece los principios al respecto contemplados en la actual Constitución, proclamada en abril de 2019, y en el Código de las Familias, ratificado en plebiscito en septiembre de 2022.
Para la FMC, Federación de Mujeres Cubanas, esta legislación permitirá dar respuesta a problemas que afrontan las féminas que se encargan de esa tarea.
La Comisión Gubernamental para la Atención a las Dinámicas Demográficas es la encargada de velar por la implementación de esta norma, que se medirá cada cinco años con indicadores concretos.
Cuba trabaja por la visibilidad de esta esencial labor y apuesta por la educación y sensibilización de la sociedad al respecto, en medio del actual contexto demográfico.
