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Errático pero preciso

por Alfredo García Almeida
Donald Trump

El presidente, Donald Trump, alejó la posibilidad de llegar a entregar los polémicos misiles de largo alcance, Tomahawk, a Ucrania, lo que le permitiría atacar objetivos en el interior de Rusia más alejados de la frontera.

En la reunión en la Casa Blanca con su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, Trump, ha expresado su deseo de que la guerra pueda acabar sin haber tenido que enviar esos proyectiles: “Preferiríamos que no los necesitaran”, ha dicho ante Zelenski. Y lo ha argumentado así: “Los Tomahawk son algo muy importante. Pero nosotros también queremos Tomahawk. No queremos entregar cosas que necesitamos para proteger nuestro país”.

La reunión se alargó dos horas y veinte minutos, diez menos que la conversación telefónica que había mantenido Trump con Vladímir Putin, 24 horas antes, y en la que ambos acordaron reunirse en Budapest en una fecha aún por decidir. Esa conversación parece haber endurecido la posición del magnate-presidente, sobre la entrega de los misiles a Ucrania. A principios de esta semana, Trump parecía plantearse muy en serio aprobar ese paso, que representaría un gesto claro de apoyo a Kiev. Putin ha advertido de que el envío de esos misiles a Ucrania supondría “una nueva fase en la escalada, que afectaría incluso a las relaciones entre Rusia y Estados Unidos”.

En un mensaje en Truth, su red social, el presidente estadounidense ha descrito la reunión como “muy interesante y cordial”. Pero no ha hecho mención alguna sobre los Tomahawk. Tan solo ha instado a ambas partes a “detener las muertes”. “Ambos deberían parar donde están, ¡que cada uno declare victoria y que la Historia decida!”, ha comentado.

Zelenski reclama los Tomahawk porque, según la visión ucrania, pueden ser claves para atacar territorio ruso: con un alcance de hasta 2.500 kilómetros podrían golpear instalaciones de petróleo o fábricas de armamento muy lejos de la frontera. Serían mucho más efectivos que los misiles que lanza ahora, como los británicos Storm Shadow, de 250 kilómetros de recorrido máximo. Y aunque por sí solos no darían un vuelco definitivo a la guerra, sí servirían de señal al Kremlin de que Washington vuelve a estar de modo decidido del lado ucranio.

El republicano, que se atribuye el mérito del alto el fuego y el acuerdo de intercambio de rehenes en Gaza, aseguró antes del encuentro que quería aprovechar el ímpetu recibido en el Medio Oriente para lograr un acuerdo entre Ucrania y Rusia. “Las cosas están progresando bastante bien… queremos ver si podemos conseguirlo”, ha declarado Trump,  en la sala del Gabinete de la Casa Blanca, donde se ha celebrado el encuentro bilateral.

Así las cosas, todo parece ahora depender del encuentro en Budapest entre Trump y Putin. Será su segunda reunión, después de la cumbre en Anchorage (Alaska) el pasado 15 de agosto. Según el estadounidense, tendrá lugar “en un par de semanas”. Pero el Kremlin se ha mostrado mucho más cauto y ha advertido de que puede retrasarse más allá de ese plazo, “pues aún quedan muchos detalles por resolver”.

 

 

 

 

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