Si bien Cuba afronta hoy acentuadas carencias materiales y afectaciones en servicios, derivados en lo esencial del impacto del bloqueo, las autoridades subrayaron la prioridad de la lucha contra el trasiego ilícito y consumo de drogas.
En momentos de tensión en el Caribe por la presencia de un destacamento naval militar de Estados Unidos con el supuesto objetivo de frenar el narcotráfico, en la mayor de las Antillas permanecen activados todos los mecanismos para la prevención del consumo de narcóticos y su comercialización clandestina.
El archipiélago caribeño no es ajeno a la expansión, crecimiento, diversidad y consumo de las nuevas drogas psicoactivas y las naturales.
Es cierto que la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito informó que Cuba no es productor, almacén o tránsito de estupefacientes hacia terceros Estados.
No obstante, por el creciente flujo de viajeros, el asentamiento de cubanos en países de alta complejidad y el auge del crimen organizado, se asumen aquí todos los controles y seguimientos.
Por ejemplo, expertos destacaron el impacto aquí de drogas simplificadas, en específico el cannabinoides sintético, sin descartar la metanfetamina y los opiáceos.
El primero de los citados, conocido comúnmente como “químico”, se presenta como retador por su potencia, adicción y precio bajo en el mercado subterráneo.
El Ministerio del Interior auxiliado de los organismos de justicia ha perfeccionado el sistema de enfrentamiento al flagelo de los enervantes.
La entidad se asiste de la ciencia y tecnología, una mayor comunicación hacia los ciudadanos y de una campaña nacional con ejecución mensual en todo el país.
Se ha informado sobre juicios ejemplarizantes, charlas explicativas en zonas socialmente difíciles y la actuación sobre más de seis mil personas involucradas en actividades ilícitas.
Las sanciones han sido elevadas y la cantidad de narcóticos incautados ascendió a más de 80 kilogramos en lo que va de año, además de acciones integrales con el Ministerio de Educación en escuelas ubicadas en zonas de vulnerabilidades.
En Cuba se exhorta a las familias, la escuela y toda la sociedad a generar sobre todo en niños, adolescentes y jóvenes una conducta de rechazo hacia el consumo de estupefacientes.
Desde las escuelas se intenta fomentar un estilo de vida saludable con énfasis en el incremento de la percepción de riesgo y el rechazo a las adicciones.
Problema prioritario para las autoridades y la salud pública, la drogadicción no escapa de la atención priorizada de la sociedad cubana.