
Foto: Celag
Por: Roberto Morejón
La situación de los inmigrantes indocumentados procedentes sobre todo de América Latina y el Caribe se vuelve más tensa en Estados Unidos, donde la administración de Donald Trump entronizó un ambiente hostil y los conmina a la salida imperativa.
Los migrantes, muchos de ellos con décadas de residencia, refieren temor al salir a trabajar, asistir a un restaurante o simplemente pasear por un parque.
La propaganda oficial contribuye a infundir ese desasosiego y así lo evidencia un video publicado por el Departamento norteamericano de Seguridad Nacional.
El audiovisual intenta “despedir” a los inmigrantes deportados, a quienes desde el gobierno se les califica de criminales y delincuentes, sin aportar pruebas.
En muchos casos, ante la carencia de certidumbres, las autoridades migratorias los acusan de pertenencia a pandillas por los tatuajes y vestimenta usados por los detenidos.
En el video, cargado de cinismo e ironías, Trump les dice a los viajeros: “Bye-Bye”, en burla a las denuncias de defensores de derechos humanos, gobiernos, iglesias y órganos de justicia sobre la legalidad de tales expulsiones.
Esas instancias criticaron el plan de exclusiones por su carencia del adecuado proceso, eliminación del estatus de presunta inocencia y satanización de extranjeros.
El material de apenas 24 segundos se inscribe en la agresiva política, hoy en escalada, contra los inmigrantes sin papeles, a quienes el magnate califica de invasores.
En Estados Unidos se realizan redadas masivas, incluso en lugares públicos y se suspenden beneficios migratorios como el Estatus de Protección Temporal, TPS, del que se favorecían venezolanos.
Por supuesto, más escandaloso para latinoamericanos y caribeños ha sido la deportación abrupta, sin aviso y trámites legales, de decenas de personas a sitios siniestros como el Cecot, Centro de Confinamiento del Terrorismo de El Salvador.
No solo adultos han sido obligados a subir a los aviones sino niños, como los 19 que llegaron recientemente a Honduras.
De esta manera el gobierno de Trump ha cumplido con creces su promesa de expulsiones y suma ya más de 13 mil 500 personas, apoyado en una obsoleta ley de 1798, la de Enemigos Extranjeros.
Latinoamericanos y caribeños se preguntan cómo la administración de Donald Trump puede ufanarse de respetar las libertades ciudadanas cuando también considera la suspensión del habeas corpus, un principio básico de la justicia para evitar los abusos de poder.