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Por: Alfredo García Almeida*
Y ocurrió los que todos esperaban. No hubo sorpresas. Solo horror. El genocidio de Gaza quedó en el olvido. Israel atacó “preventivamente” a Irán, con la magistral actuación del presidente, Donald Trump. Los comentarios del presidente, sobre la inminencia de un supuesto acuerdo con Irán y los informes de que Estados Unidos estaría disgustado por un ataque israelí, hicieron parecer que la desescalada era más probable que la guerra.
Sin embargo, Israel lanzó la anunciada operación militar contra Irán, sin precedentes en alcance y consecuencias. Según la televisión estatal iraní, el jefe de la Guardia Revolucionaria, general, Hossein Salami, figura entre las posibles bajas, junto a otro alto mando y dos científicos del programa nuclear. Además, informa que los ataques israelíes en Teherán y otras zonas del país, han causado víctimas civiles.
El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), recordó que ataques como los de Israel a Irán, tienen “graves implicaciones para la seguridad nuclear” y suponen una violación de las normas de la ONU, sobre acciones armadas contra instalaciones atómicas. Irán cuenta con dos instalaciones nucleares principales: Natanz, de fácil acceso, y Fordow, mucho más protegida bajo tierra, que fueron blancos de los bombardeos.
El ataque fue aprobado el pasado lunes por Benjamín Netanyahu y su gabinete de seguridad y comenzó el viernes de madrugada, con operaciones aéreas y acciones encubiertas del Mossad en territorio iraní. Un alto cargo israelí confirmó que, además de los intensos bombardeos de la Fuerza Aérea, el Mossad lideró una serie de operaciones encubiertas de sabotaje dentro de Irán, dirigidas contra emplazamientos clave del programa de misiles y sistemas de defensa antiaérea, con el objetivo de limitar la capacidad de respuesta inmediata de Teherán, lo que indica una larga planificación antes del ataque. Trump ordenó la evacuación de personal diplomático y militar de EEUU en Irak, Bahréin y Kuwait, y ha convocado a su gabinete de crisis en la Casa Blanca.
Después de varias semanas de preparar un escenario mediático, donde los buenos (israelitas) y los malos (iraníes), quedaron exhibidos a nivel internacional, el presidente, Trump, no ha podido cumplir con su promesa de que con él en la presidencia, no estallarían conflictos como los de Ucrania o Gaza. Esta vez, Trump, no logró evitar la escalada entre Israel e Irán, más bien aportó la distracción moral del conflicto, con el pretexto de impulsar un supuesto acuerdo nuclear con el gobierno iraní que Trump, negociaba desde abril y su conocida “oposición” a una operación militar israelí, alegando que podía echar a perder el acuerdo “bastante cercano”.
Las amenazas apocalípticas entre israelíes e iraníes, recuerdan la famosa amenaza del entonces presidente de Irak, Sadam Husein, después de anexar Kuwait en agosto de 1990 (en una acción que permanece en la historia con mucha oscuridad por su alianza con EEUU en una larga y sangrienta guerra contra Irán), que si era invadido por occidente la guerra por venir sería: “La madre de todas las batallas”. Sin embargo varios años después, en diciembre de 2006, Hussein, colgaba de la horca en una base militar estadounidense en Irak.
*periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.