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Por: Alfredo García Almeida*
A cinco días de ataques entre Israel e Irán, el prestigioso politólogo norteamericano, Thomas Friedman, del New York Times, lo define como “la sexta sacudida con más impacto en Oriente Próximo desde la II Guerra Mundial”. “Demasiado pronto para adelantar las posibles múltiples consecuencias”, advierte, pero “entre ellas incluyo la posibilidad remota de una cadena de dominós que termine con la sustitución del régimen iraní por uno más decente, secular y consensuado, y el riesgo de que se incendie toda la región con EEUU dentro”.
Ambos escenarios están presentes en los análisis y reacciones de las principales cancillerías y entre ambos extremos todavía queda la posibilidad de una solución negociada, pero, escribe Friedman, “por poco tiempo”. “No está claro quién está manipulando más a quién: Netanyahu a Trump o al revés”.
Tras más de 15 años amenazando a Irán si seguía adelante con su programa nuclear, Benjamin Netanyahu ha cumplido su amenaza, pero con dos objetivos: eliminar la capacidad nuclear iraní y facilitar un cambio de régimen. “Lo que suceda a partir de ahora, depende de la dimensión y eficacia de la respuesta iraní y de la posición de EEUU, pero pocos creen que Israel pueda impedir la nuclearización de Irán sin una implicación mucho más activa de Washington o que se pueda derrocar a los sucesores de Jomeini a golpe de misiles y drones”.
El pasado marzo, Tutsi Gabbard, directora nacional de Inteligencia de EEUU, negaba en el Congreso que Irán hubiese reactivado su programa de nuclearización militar, interrumpido en 2003 y que el líder supremo iraní, Alí Jamenei, hubiese autorizado esa nuclearización. Es una descalificación en toda regla del mensaje de Netanyahu justificando su agresión. “Si matando a los mandos militares iraníes y a un puñado de científicos, Israel cree que acabará con la amenaza, se equivoca”, afirma Barbara Slavin, del Centro Stimson y directora de Middle East Perspectives, en la BBC.
Según expertos, lo previsible es que la respuesta iraní sea más fuerte que las dos del año pasado, pero la clave está en si impulsa o frena el enriquecimiento nuclear de Irán, que, según la OIEA, se ha acelerado en los últimos meses. Al presentar su informe de mayo sobre Irán, el director general de la OIEA, Rafael Grossi, advirtió que un ataque israelí podría reforzar la voluntad de Teherán de hacerse con el arma nuclear y / o retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear, al que pertenece desde 1968.
Tras repasar los pros y contras de las posibles respuestas de Irán, Kenneth Pollack, uno de los principales expertos en Oriente Próximo de EEUU, escribía el pasado viernes en Foreign Affairs: “La respuesta más grave que puede tomar, no en las próximas horas sino a largo plazo, sería retirarse del TNP, base legal del Pacto de 2015, anunciar que fabricará armas nucleares como única disuasión posible de ataques no provocados y desafiar a Israel, EEUU y otros países a impedirlo”.
*periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.