Una inusual parálisis de la escalera mecánica de acceso a salones de la ONU recibió a Donald Trump, al entrar al edificio del organismo mundial, como si la pasarela enmudeciera por adelantado al entrever los escarnios que pronunciaría más tarde el presidente de Estados Unidos.
No pocos jefes de delegaciones rechazaron o refutaron el incendiario discurso del republicano ante el período de sesiones 80 de la Asamblea General de la ONU.
Era previsible que hasta algunos aliados tomaran tímida distancia de las andanadas del inquilino de la Casa Blanca contra el multilateralismo, la ONU y el cambio climático, todo ello asociado a atribuirse la paz en el mundo.
El orador llegó a utilizar sarcasmos porque el teleprompter no reprodujo el texto de su discurso, y la escalera mecánica de acceso al edificio enmudeció ante su presencia.
No solo avaló el unilateralismo sino que se opuso a la tendencia internacional hacia el reconocimiento de dos estados, Palestina e Israel, al repetir el estribillo de su aliado, Benjamín Netanyahu.
No hubo un llamado del magnate inmobiliario al cese del fuego en Gaza y a la expansión ilegal de Israel a través de sus colonos, en Cisjordania.
El disertante adusto se alejó de los conceptos del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, quien alertó que los desafíos compartidos en el mundo demandan cooperación y respeto al derecho internacional, única base para la paz.
Contra todas las banderas, el presidente del país del Norte desdeñó el imperativo de que la emergencia climática conlleve una respuesta ambiciosa y multilateral, que ayude a reducir el uso de los combustibles fósiles.
En arranque hacia la espectacularidad, Trump rebasó los límites de extensión de discursos en la ONU, contradijo lo expuesto en Alaska ante el presidente Vladimir Putin acerca del conflicto en Ucrania y la emprendió contra Irán, sin mencionar el acoso de Washington y el ataque de Israel.
Es cierto que en el gran salón no se escuchó el número de voces necesario para rebatir el discordante discurso de Trump, aunque el primer mandatario francés, Enmanuel Macron, defendió el multilateralismo frente a “la ley del más fuerte”.
Tuvo razón el secretario general Antonio Guterres al afirmar que los principios de la ONU “están bajo asedio”.
A esa expresión podría agregarse que los acosadores quieren imponer su unilateral enfoque del mundo, de ahí la cólera, asociada a la ironía, ante la visión de una escalera mecánica inerte.