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África y los BRICS; algunas reflexiones

por Maria Candela Hechavarria Carmenate
BRICS

La existencia del grupo BRICS está teniendo una influencia ascendente en las relaciones internacionales del continente africano, al finalizar el primer cuarto del siglo XXI, en un contexto en el que los viejos y nuevos retos coexisten, sin perder de vista también los progresos alcanzados, que pudiera resumirse en el crecimiento económico de 4,5% promedio anual, desde 2000 hasta el 2019, que involucran al desempeño de los estados y a la Unión Africana, enfrascada esta última en el perfeccionamiento de su desempeño institucional.

En ese período fue ganando terreno, en perspectiva, el papel de los programas nacionales de desarrollo, el compromiso asumido por las capitales con el propósito de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, a lo que se añade el proyección estratégica del 2063 trazada por la Unión Africana, que involucra el interés retador de implementación del Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano que, sin dudas, de lograrse marcará un  hito positivo para el desarrollo regional.

Sin embargo, continúa impactando a nivel continental la realidad negativa de la existencia de más de 400 millones de habitantes, que subsisten con menos de 1,90 dólares diarios, sin perder de vista los conflictos prevalecientes.

En este contexto, resulta importante remitirse al derrotero seguido entre la República Popular China y África, desde finales de 1999 y hasta el presente, con el establecimiento del Foro de Cooperación entre las partes (FOCAC, en inglés), con tendencia ascendente en los ámbitos de comercio, cooperación e inversiones, que ha contribuido a dinamizar los vínculos bilaterales en varios sectores, tomando como referente los programas nacionales de desarrollo de los países africanos, así como los programas trienales acordados entre las partes en el marco del foro.

FOCAC y su evolución constituye un ingrediente esencial, para comprender lo que representaría para África insertarse en el grupo BRICS, como un espacio de complementariedad, que de modo análogo lo encarna el foro respecto a los organismos financieros de Bretton Woods: el Banco Mundial y el FMI, caracterizados por sus condicionamientos, incluidos aquellos de índole política que incorpora a sus recetas, que apuntan contra la soberanía de los estados.

Con la entrada de Sudáfrica como estado miembro del entonces grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China), en 2010, constituyó un paso trascendental, al representar el primer país del continente y, por ende, legitimar la proyección Sur-Sur con un sentido mucho más amplio de lo que significa el vínculo bilateral con el continente, así como con la RPChina.

Desde entonces, los pilares de la cooperación entre los BRICS y África se sustentan en varios ejes, a saber: I). Comercio. La RPChina aparece como el socio comercial más relevante desde 2009, seguido por India. El comercio se caracteriza por la exportación de materias primas africanas, tales como petróleo, minerales, productos agrícolas, y la importación de manufacturas y bienes de capital de los BRICS.

II). Inversión en infraestructuras. Los países de los BRICS, especialmente la RPChina a través de la Iniciativa de Franja y la Ruta, han financiado y construido infraestructura crítica en África, como son puertos, ferrocarriles, carreteras y presas.

El tema del Financiamiento para el Desarrollo representa uno de los pilares clave para la relación entre África y los BRICS, debido a que pone de manifiesto una expresión de oportunidad y complementariedad en relación al Banco Mundial y el FMI, como fuera apuntado previamente.

En este contexto, el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB, en inglés), fue creado por los BRICS en 2014, cuya puesta en marcha aconteció en 2016. Su objetivo descansa en movilizar recursos para proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en sus países miembros y otros enmarcados en el denominado Sur global. En lo que respecta a África, Sudáfrica ha sido el mayor receptor de financiamiento del NDB.

Los proyectos contemplados se han centrado en sectores fundamentales para el país austral, como son la energía, agua y saneamiento, enfocado en préstamos para la expansión y rehabilitación de sistemas de agua en municipios, desarrollo social, sobre todo para proyectos de viviendas en la etapa post-COVID-19.

En el caso de la energía, Sudáfrica había estado sufriendo déficit en la capacidad de generación eléctrica, ante lo cual el gobierno ha optado por el establecimiento de plantas solares y eólicas, con el propósito de mejorar la eficiencia de la empresa estatal de energía Eskom.

Paralelamente, el NDB ha intervenido en el desarrollo de infraestructura de transporte en Rwanda y en proyectos de energía renovable en Etiopía, por citar dos ejemplos ilustrativos de países africanos y sectores relevantes, con los cuales dicha entidad bancaria mantiene vínculos concretos.

No obstante, algunos observadores plantean, de modo crítico, que el accionar del NDB exhibe una concentración de cartera en Sudáfrica, ante lo cual subrayan que su éxito a largo plazo en el continente (y en África subsahariana, en lo específico) dependerá de su capacidad para diversificar y desembolsar fondos con la efectividad requerida en un universo más amplio de países.

Con el regreso a la escena política estadounidense de la versión Trump 2.0, cuyo margen de incertidumbre y utilización de la política arancelaria como instrumento de presión (y negociación política de proyección mundial), abre una oportunidad sin par al grupo BRICS y su Nuevo Banco de Desarrollo para operar en el universo africano, sumándose a lo que acontece con FOCAC.

De algún modo, la próxima edición de la cumbre del G20, que se desarrollará en Johannesburgo, Sudáfrica, los días 22 y 23 de noviembre, bajo el lema Solidaridad, Igualdad y Sostenibilidad deberá establecer el curso a seguir con una perspectiva de desarrollo inclusivo como premisa esencial para ese foro, que contemple al Sur global como actor fundamental.

(Rodobaldo Isasi Herrera, Investigador del Centro de Investigaciones de Política Internacional -CIPI-)

 

 

 

 

 

 

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