El béisbol cubano enfrenta una crisis de calidad, disciplina y organización, agravada por el reciente incidente de violencia en el que Eriel Sánchez, mentor de Sancti Spíritus, agredió físicamente al comisario Miguel Rojas. Los hechos, documentados en el reportaje «Violencia al bate en el Huelga» del periódico Escambray, revelan un acto de extrema gravedad que pudo tener consecuencias fatales y cuyas secuelas psicológicas perdurarán.
Ninguna circunstancia justifica el uso de la violencia física, menos aún cuando el agresor es una figura encargada de velar por la disciplina dentro de un equipo deportivo. Este acto, ejecutado con un objeto contundente y con lesiones médicamente documentadas, representa una doble agravante que demanda una respuesta contundente de las autoridades.
El aumento de conductas violentas en el diamante —contra árbitros, lanzadores o entre equipos— refleja un problema que trasciende el deporte. Ante la naturalización de estas actitudes, es imperative aplicar sanciones ejemplares y reforzar estrategias preventivas integrales. El béisbol cubano, aunque lejos de sus épocas gloriosas, debe preservarse como un espacio de competencia sana, respeto y civilidad.
Fuente: Agencia Cubana de Noticias