Historias cubanas en temporada ciclónica

Editado por Maite González Martínez
2020-06-07 08:46:19

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Ciclon Flora, Cuba-1963.

Por: Guadalupe Yaujar Díaz

La Habana, 7 jun (RHC) Desde el primero de junio hasta el 30 de noviembre se extiende, oficialmente, la temporada ciclónica en el Atlántico tropical, que abarca el golfo de México y el mar Caribe.

Especialistas del Centro del Clima, del Instituto de Meteorología de Cuba, pronostican para 2020 una activa temporada, con la espera de la formación en la cuenca del Atlántico tropical de 15 ciclones, de los cuales ocho podrían alcanzar la categoría de huracán.

Los expertos coinciden en que atravesaremos el período con un número de sistemas por encima del promedio histórico anual, que varía de 10 a 12, en dependencia de la serie de años tomada para el análisis.

Y es que los huracanes figuran entre los causantes de los mayores desastres naturales en Cuba, por los factores de peligro que los acompañan, particularmente los catalogados como intensos (categoría 3,4 y 5 en la escala Saffir-Simpson).

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, la meteorología tropical inicia su desarrollo con mayor intensidad; a partir de entonces, se acumula la mayor documentación científica acerca de los fenómenos meteorológicos caribeños.

La inexistencia, en esa época, de un sistema de observación, reconocimiento y apreciación para predecir el comportamiento de estos eventos, dio relevancia a los relatos y crónicas de los historiadores para fijar los principales detalles y características.

La reducción de desastres en Cuba nació con la estrategia trazada por el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, después de los azotes del huracán Flora en la región oriental del país, en octubre de 1963.

Grandes ciclones con nombres de santos

Considerado el primer huracán categoría 5 que azotó a Cuba y uno de los más intensos de los que se tiene referencia en el país resulta la llamada Tormenta de San Francisco de Borja, que penetró en Cuba por el este de Batabanó el 11 de octubre de 1846.

El ojo del evento cruzó La Habana, que padeció la furia del fenómeno natural.

El profesor e historiador de la Meteorología en Cuba, Luis Enrique Ramos Guadalupe, estima que alcanzó el nivel 5 de la actual escala Saffir-Simpson, por registrar un valor mínimo de presión atmosférica de 916 hectopascal, la más baja registrada hasta la fecha en la mayor isla de las Antillas.  Solo fue comparable con los famosos huracanes del 20 de octubre de 1926 y el 18 de octubre de 1944, dos de los más grandes que han asolado La Habana.

Los efectos se hicieron sentir con el derrumbe total de cientos de casas y la destrucción de edificios muy sólidos construidos de piedra.

Hubo un saldo de 114 muertos en una población de 170 mil habitantes.   En la bahía habanera, se destruyeron 56 embarcaciones, de 161 ancladas, y las demás quedaron en ruinas.

Dos años antes, otro gran huracán golpeó al occidente de Cuba, y en particular a La Habana, el 4 y 5 de octubre de 1844, que devino uno de los meteoros más intensos en la historia de la nación caribeña.

Como entonces los sistemas meteorológicos no se caracterizaban ni clasificaban sobre una base científica y metodológica, el evento fue nombrado popularmente Tormenta de San Francisco de Asís.

Al llegar a Cuba, parece haber alcanzado la categoría 4; de acuerdo con las descripciones de lo ocurrido en las actuales provincias de Artemisa, La Habana, Mayabeque y Matanzas, los vientos por encima de 120 km/h se extendieron desde el oriente de Pinar del Río (Candelaria) hasta los límites de Matanzas con Cienfuegos, sobre un área de 41 000 km2.

El meteoro provocó grandes daños en toda la región occidental. Los textos clásicos sobre los huracanes de Cuba, firmados por Desiderio Herrera y Manuel Fernández de Castro en el siglo XIX, se refieren a la muerte de 101 personas y a la destrucción de 2 546 casas de diverso tipo, solo en La Habana; en el puerto, naufragaron 158 embarcaciones, y 49 resultaron seriamente averiadas.

Tal fue el aterrador impacto del viento y la lluvia en las 24 horas transcurridas del 4 al 5 de octubre de 1844.

Estos dos huracanes, integrantes de una larga lista, conforman una página de la historia meteorológica de Cuba.

(Tomado de varias fuentes)



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