Por Roberto Morejón

La alta y entusiasta participación ciudadana en los comicios generales en Cuba pasó “inadvertida” para cronistas de la prensa occidental, empeñados en circunscribirse a la próxima elección de un nuevo presidente y soslayar una jornada democrática exitosa.

La concurrencia masiva de electores, sin compulsión de soldados como ocurre en muchos países, fue realidad en un país donde ese ejercicio NO es obligatorio.

En contraste con otros escenarios con agudo abstencionismo porque los votantes están hartos de promesas incumplidas de los candidatos, en Cuba la afluencia a las urnas fue espontánea y sostenida, incluso en municipios donde castigó la lluvia.

Casi 83 por ciento de los empadronados fue a los colegios y de ellos más de 80 por ciento se manifestó por el voto unido, o sea, la nominación completa, como señal de confianza en los aspirantes y las propuestas documentadas de las comisiones de candidaturas.

Con 94,42 por ciento de las boletas válidas, fue inobjetable la calidad del voto, como corresponde a un país con ciudadanos con alta instrucción a quienes, por cierto, NO es fácil confundir.

Y entre los que representarán a toda la nación en los curules del aparato legislativo emerge un alto número de mujeres, 53 por ciento, demostrativo de la instrucción de ellas y de la igualdad de género.

Hay razones entonces para esperar por un buen desempeño de los diputados y los delegados de los gobiernos provinciales electos, quienes pronto asumirán sus escaños para atender asuntos de gran significación.

El país necesita de personas preparadas en momentos difíciles por insuficiencias internas, limitaciones de recursos y una renovada hostilidad de Estados Unidos.

Circunstancias tan complejas requerían de una evidencia renovada de la democracia participativa, como se puso de relieve en los recientes comicios en Cuba.

Tanto la primera etapa de los comicios, para seleccionar a los miembros de las asambleas municipales de gobierno, como la siguiente, en busca de los diputados al parlamento y delegados de los gobiernos provinciales, evidenciaron el apego de los cubanos al concepto de unidad.

Con ese principio en mente, los 605 diputados recién electos analizarán las candidaturas y tomarán una decisión el 19 de abril sobre los integrantes del Consejo de Estado, su presidente ---el de la nación--- y los vicepresidentes.

Si bien será la elección de una persona, el hecho culminará un proceso de participación de masas, iniciado en barrios y comunidades.

De lo masivo a lo individual transcurre el período electoral cubano, aunque algunos “entendidos” traten de esquivar esa verdad.