Por: Guillermo Alvarado

La Unión Europea anunció el cierre de sus fronteras con el resto del mundo desde este martes al mediodía como una medida para contener la pandemia de coronavirus, que está golpeando con particular dureza a muchos países miembros de ese mecanismo integrador.

El anuncio lo hizo desde París el presidente de Francia, Enmanuel Macrón, quien dijo que se está en guerra, no contra un ejército u otra nación, sino contra un enemigo invisible, esquivo y progresando, lo que requiere de una movilización general.

Ya días antes Italia había decidido una medida similar. En ese país según las ultimas informaciones la cifra de fallecidos por la Covid-19 cruzó la barrera de los dos mil, con más de 24 mil enfermos.

De acuerdo con los datos de la Organización Mundial de la Salud, actualizados la tarde de ayer, en todo el mundo han muerto por la nueva cepa de coronavirus seis mil 500 personas y hay 164 mil contagiados. Por primera vez las cifras globales son superiores a las registradas en la República Popular China, lo que justifica la preocupación de numerosos dirigentes.

En otros lugares, como en Estados Unidos, la incertidumbre derivada de las tibias medidas adoptadas por el gobierno del presidente Donald Trump ha dado lugar a que se difunda el temor entre la población, poco orientada y peor informada sobre cómo protegerse ante esta crisis sanitaria.

Un colega de Los Ángeles me comentaba la víspera cómo en esa ciudad californiana se han desatado asombrosas compras de pánico en los supermercados, acompañadas por un ambiente de histeria y desesperación.

No menos impactante es la noticia de que en algunas de las principales tiendas de armas y municiones las ventas de estos artefactos subieron de manera súbita en las últimas horas.

Despachos de prensa señalan que en la mayor armería de Estados Unidos, ubicada en la ciudad de Atlanta, había colas de seis a ocho personas en cada punto de despacho y que en Idaho hubo que poner límites a la adquisición por cada cliente para no agotar la existencia.

El fenómeno está directamente relacionado con el pánico por la Covid-19 y la gente se está preparando como para una guerra.

No ayuda para nada a tranquilizar la situación la caída en picada de los principales indicadores en la Bolsa de Valores de Wall Street, donde la víspera se registraron pérdidas como no se había visto desde octubre de 1987.

El hundimiento bursátil se extendió por América Latina, con caídas en México, Brasil, Colombia y Argentina.

Estamos, pues, ante un mundo que se atrinchera esperando lo peor y no es ocioso recordar que en medio de las grandes crisis las mejores armas son la calma, la tranquilidad y la solidaridad. El miedo no elimina el coronavirus, pero la mesura, la fraternidad y la unidad pueden poner barreras que nos salvarán a todos.