Candil de la calle

Editado por Maite González Martínez
2020-06-04 07:51:08

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Foto / El País.

Por: Guillermo Alvarado

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante mucho tiempo ha dado un tratamiento exquisito a quienes participan en las violentas manifestaciones en Hong Kong, a los que calificó como héroes tras actos vandálicos perpetrados contra el gobierno local y la República Popular China.

Bajo el concepto de “un país, dos sistemas”, Hong Kong, junto a Macao forman parte de China desde julio de 1997, cuando el Reino Unido se retiró luego de más de siglo y medio de dominación colonial.

Washington, que desea fervientemente ocupar el lugar de Londres en esa región, ha tratado por todos los medios de debilitar ese concepto y desde mediados del año pasado apoya a los que protestan para lograr una supuesta autonomía, que estaría tutelada por el Tío Sam.

Como dije en un comentario publicado el 12 de septiembre de 2019, varios de los cabecillas de estas manifestaciones tienen estrechos vínculos con la extrema derecha estadounidense, entre ellos Joshua Wuong, íntimo de Marco Rubio, y Martin Lee, apoyado por la National Endowment for Democracy, que como se sabe es financiada con fondos federales.

No resulta raro, entonces, que Trump elogiara como “un hermoso paisaje” todo lo que ocurría en esa importante ciudad portuaria china.

Pero, como siempre que uno escupe al cielo, o lanza un boomerang, estos suelen retornar sobre la propia cabeza. El presidente estadounidense ve desolado cómo la violencia reina en las calles de su país tras la ejecución extrajudicial, porque no tiene otro nombre, del ciudadano George Floyd.

De inmediato puso en acción su manido recurso de buscar culpables en otras partes. Como hizo con la Organización Mundial de la Salud por el desastre sanitario que él mismo causó con el manejo de la Covid-19, ahora ve agitadores rusos o chinos detrás de las protestas contra el racismo.

Si para Trump los depredadores de Hong Kong eran héroes generando un “paisaje hermoso”, los manifestantes de su propio país son matones, escoria, lo peor de la sociedad y hasta terroristas.

No tiene ningún reparo en glorificar a los que enfrentan a las autoridades en el Gigante Asiático, ni tampoco en disparar contra sus ciudadanos.

Lyu Xiang, de la Academia China de Ciencias Sociales en Beijing, dijo que a partir de ahora los políticos estadounidenses quizás medirán sus palabras cuando se expresen sobre lo ocurrido en Hong Kong.

Personalmente lo veo difícil porque la potencia imperial no perderá el hábito de entrometerse en asuntos internos de otros países, aun cuando el suyo esté ardiendo. Es muy larga, como para cambiarla ahora, la costumbre de ser candil de la calle, y oscuridad de su casa.



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