Por: Roberto Morejón
Cuba y Venezuela determinaron trabajar conjuntamente para el seguimiento de las sanciones de Estados Unidos y fortalecer sus intercambios en la esfera económica.
Esos propósitos se infieren de la visita realizada a La Habana recientemente por la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, quien también fue portadora de la esencia de la llamada Ley Anti-bloqueo, dictada en su país.
La conjunción de esfuerzos de ambos gobiernos y pueblos ha sido alentada y conducida desde el Acuerdo de Cooperación del año 2000, rubricado por los líderes históricos Fidel Castro y Hugo Chávez.
Cuba y Venezuela han tratado de complementarse en las materias económica y de servicios, como ocurre en la salud.
En ese último terreno, decenas de miles de enviados de la mayor de las Antillas han contribuido a mantener prestaciones gratuitas en Venezuela.
El ingente intercambio muy beneficioso para ambos pueblos y nada perjudicial para terceros países, ha sido blanco de groseros, absurdos y mal intencionados ataques de la saliente administración de Donald Trump.
El magnate, quien ahora se retira muy a su pesar después de alentar una insurrección contra el Congreso de su país, enfiló los dardos contra Venezuela y Cuba.
La batería de sanciones hacia ambos países coquetea con la irracionalidad y hasta el secretario norteamericano de Estado, Mike Pompeo, insistió hasta el delirio en la supuesta intervención cubana en los acontecimientos en Venezuela.
Nada más alejado de la realidad. Se trataba de torpes pretextos para tratar de sostener el acoso, cuyo impacto castigó las economías y la vida material de los pueblos venezolano y cubano.
No pocas privaciones en ambos países tienen su origen en el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos contra Cuba y de las sanciones enfiladas hacia Venezuela.
La situación se ha tornado compleja con las añadidas huellas de la COVID-19 y la parcial parálisis del comercio y las inversiones a nivel mundial.
En tal coyuntura se explican las afirmaciones de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez acerca de la creación por su país y Cuba de un observatorio binacional para seguir las huellas de la coerción estadounidense.
Ambos gobiernos y pueblos tienen el derecho soberano de estudiar el alcance del cerco y encontrar respuestas ante el inocultable propósito de Estados Unidos de provocarles la asfixia.
