Con Trump, racismo de plácemes

Editado por María Candela
2017-07-22 11:10:11

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Por  Arnaldo Musa

De mal en peor se encuentra hoy la disyuntiva que vive el pueblo norteamericano, víctima de un miedo generalizado que le hizo caer en las garras de uno de los presidentes más racistas que ha gobernado en Estados Unidos: Donald Trump.

En su aún breve poder, los ataques racistas se han multiplicado por doquier, el odio llega hasta el punto de considerar a personas de tez blanca, rubias y ojos verdes como un ente inferior, por el solo hecho de ser latinoamericanas. La “sucia raza hispana”, así dicen, me cuentan conocidos del estado norteamericano de Georgia, de triste célebre historial, por ser uno de los principales centros de asesinatos de centenares, miles de negros, en la hoguera.

Andrés Openheimer, un periodista reaccionario y nada proclive a consideraciones de izquierda, muestra su preocupación por el aumento del racismo en Estados Unidos, por la divisón de las familias, por lo que la humanidad pudiera sufrir en el futuro con un presidente como Donald Trump en la presidencia de Estados Unidos.
 

Connotado enemigo de la Revolución Cubana, Openheimer admite que Trump ha separado a amigos de muchos años y creado tensiones en las mesas familiares, “hechizando a las masas con una retórica llena de odio, culpando a los extranjeros de los problemas de su país”. Y recordó que durante la campaña electoral no vio “por las calles de Miami autos con calcomanías apoyando a los candidatos presidenciales”, porque la gente tenía miedo de ser insultada, o de que alguien les raye el carro, además de tener poco entusiasmo por los candidatos, obviando el susodicho que la Florida y el apoyo de la mafia gusaneríl contribuyeron a la victoria de Trump.
 

Ya han pasado varios meses de su asunción, pero el mandatario no cambia su opinión de que la mayoría de los inmigrantes mexicanos “están trayendo el crimen” y son “violadores”. El racismo y la xenofobia han dividido a ese país como nunca antes en la historia reciente.
 

Trump azuza a su audiencia con comentarios racistas contra los hispanos, los afroamericanos, los musulmanes y otros grupos étnicos. Y lo más triste del caso es que su público lo celebra a rabiar.
 

No es de extrañar que el Ku Klux Klan, al que estuvo muy ligado Fred, el padre de Donald, siga celebrando eufórico su llegada al poder, y encabece marchas victoriosas en diversos estados, mientras grupos neonazis y de supremacistas blancos ya se sienten representados en la Casa Blanca.
 

Gracias a Trump, el ideal de los grupos neonazis de un país ario, antes relegado a los rincones más oscuros de internet, está ahora más cerca del discurso político socialmente aceptable.
 

Un reciente informe de la Comisión de Relaciones Humanas del condado de Los Ángeles afirma que los crímenes de odio contra los latinos en esa ciudad se incrementaron en un impresionante 69%.
 

Y otro estudio del Centro Sureño de Estudios Legales de Pobreza afirma que la presencia de Trump “está produciendo un nivel alarmante de temor y ansiedad entre los niños de color y aumentando las tensiones raciales y étnicas en el salón de clase”.
 

El informe agrega que “los maestros han notado un aumento en el abuso y la intimidación de estudiantes cuya raza, religión o nacionalidad haya sido blanco de ataques” del actual Presidente.
 

Es sintomático cómo un reaccionario como Openheimer dice que no votó por Trump porque es un demagogo que incita al odio, que es apoyado por grupos neonazis, que está dividiendo a los estadounidenses, y que habla como si estuviera por encima de la Constitución, opinión que comparte más elevadamente el progresista Noam Chomsky, célebre politólogo y lingüista estadounidense, quien considera que la popularidad de Trump se debe al “miedo” y es el resultado de una “sociedad quebrada” por el neoliberalismo.

"Las personas se sienten aisladas, desamparadas y víctimas de fuerzas más poderosas, a las que no entienden ni pueden influenciar", consideró el intelectual de 87 años, quien afirmó que su edad le permite comparar la situación actual en la campaña electoral de Estados Unidos con la década de 1930, durante la que Estados Unidos sufrió la llamada gran depresión económica.
 

La pobreza y el sufrimiento entonces "eran mucho mayores", sin embargo, incluso entre los pobres y los desempleados, existía "una sensación de esperanza, que hoy falta", estimó el académico, que la atribuyó "al crecimiento de un movimiento laboral militante" y a la "existencia de organizaciones políticas ajenas a las corrientes principales".
 

Añadió que el hecho de que el precandidato Bernie Sanders y el líder del Partido Laborista de Reino Unido, Jeremy Corbyn, que lideran las ideas populares implementadas en el siglo XX, sean etiquetados ahora como extremistas, apunta a que el espectro político completo "ha virado a la derecha durante el período neoliberal".
 

El también lingüista y activista estadounidense elogió a Sanders, aunque consideró que no tenía chance, por el sistema de elecciones, "en gran parte compradas", que rige en Estados Unidos, para luego advertir, poco antes de los comicios, que la victoria de los republicanos tendrá graves consecuencias para la humanidad.

(Tomado de Cubasi)



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