La República de Angola fue sede de la VII cumbre de la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA), los días 24 y 25 de noviembre, que constituye un evento clave para las relaciones vigentes entre ambas organizaciones regionales.
Para África representa continuar comprometiendo a la Unión Europea, como actor relevante, en el crecimiento y el desarrollo del continente, en momentos en que la RPChina y otros países se han sumado a una relación mucho más intensa con la región.
Bajo el lema “Promover la paz y la prosperidad mediante un multilateralismo eficaz”, la cumbre celebra 25 años de asociación entre la UE y la UA, copresidida por el presidente de Angola, Joao Lourenço, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa.
El cónclave puso su atención en el ámbito de la cooperación y la intención de su reforzamiento, con el propósito de un futuro próspero y sostenible, vinculado con la paz, seguridad y gobernanza, así como la disposición favorable hacia los foros multilaterales, sin perder de vista temas esenciales como migración y movilidad como factores ineludibles.
Lo expuesto quedó refrendado en la declaración conjunta de la Cumbre, que observó: “Celebramos una asociación única y estratégica que ha profundizado constantemente en su alcance, ambición e importancia política, tal como se refleja en la notable fortaleza de los vínculos institucionales, comerciales y de inversión, así como de los lazos interpersonales entre los dos continentes”.
Con ello ambos grupos regionales confirman el interés mutuo por proseguir un derrotero de intercambios diversos, en momentos en que la región africana apuesta por alianzas que contribuyan a garantizar paz, crecimiento y desarrollo.
Al mismo tiempo, la región no pierde de vista la necesidad de solución de conflictos internacionales y africanos (Sudán, como caso de extrema gravedad) que influyen, de un modo u otro, en su progreso, como resulta el impacto de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, que para no pocos observadores significa la guerra de la OTAN contra la Federación de Rusia.
No menos relevante, y concomitante, al foro entre las dos regiones fue la cumbre del G20, en Johannesburgo, días previos, cuya declaración de 30 páginas y 122 párrafos, reafirmó la relevancia de ese tipo de cónclave para el Sur global (y los BRICS, en lo específico), animado en la convocatoria de las economías más desarrolladas y en desarrollo.
Para la Unión Europea, y los estados más sobresalientes que la integran, se presenta oportunidad de establecer una relación más interactiva con África, que se concentre en los intereses compartidos y menos en los condicionamientos, en una coyuntura en que la administración Trump implementa una política africana caracterizada por la incertidumbre, con acento restrictivo en varios dominios (migratorio y comercial, sobre todo).
Fue noticia en este contexto otro acto agresivo del presidente Trump contra Sudáfrica, al declarar su negativa a extender una invitación al país austral, para su asistencia a la versión estadounidense del G20, bajo su presidencia, en 2026; actitud esta que se presenta en principio contra el concierto africano y sus intereses.
Lo anterior pone de manifiesto las dinámicas complejas que caracterizan las relaciones internacionales, a finales del primer cuarto del siglo XXI, en que los EEUU trata de mantener su otrora dominio unipolar frente a las diferentes manifestaciones de construcción multipolar que están teniendo lugar en el mundo.
