México: se enciende la guerra de los carteles del narcotráfico

Editado por Maydenys Rodríguez
2016-08-19 11:44:27

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POr: Guillermo Alvarado

El secuestro reciente de seis personas en México, entre quienes estaba un hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán, conocido como “El Chapo”, levantó el temor de una nueva guerra por el control de territorios de los dos más importantes carteles del trasiego ilegal de drogas, el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, ambos con poder suficiente para movilizar a fuertes ejércitos de sicarios.

Las inquietudes no son vanas, pues hablamos de dos organizaciones criminales de extremada violencia, que no están atadas por ningún convenio ni obligación internacional o humanitaria y cuyo accionar ha ocasionado decenas de miles de muertes de inocentes en el país latinoamericano.

El grupo de Sinaloa es dirigido por el ahora prisionero Chapo Guzmán, quien en 2015 protagonizó una fuga de un penal de alta seguridad y fue capturado meses después, lo que dejó en su lugar a Ismael Zambada, un capo de 68 años que se mantiene detrás de las bambalinas desde 2010.

Este grupo ingresa a Estados Unidos la mayor parte de cocaína, mariguana, heroína y drogas sintéticas que cruzan la frontera de México hacia el norte y está considerado como el más fuerte y bien estructurado en todo el continente, con ingresos que superan el Producto Interno Bruto de varios países.

La detención del Chapo y su proceso de extradición a Estados Unidos no parece haber mermado su poderío, aunque no todos piensan lo mismo.

Entre ellos está el cartel Jalisco Nueva Generación, una organización mafiosa que ha tenido un acelerado crecimiento y desplazó a Los Zetas de territorios como Veracruz y Tabasco, y a los Caballeros Templarios de Guanajuato y Michoacán.

En este sentido el secuestro de Alfredo Guzmán puede tener como objetivo desafiar al grupo de Sinaloa para iniciar una guerra abierta, o bien utilizar al rehén para negociar y obligar a sus rivales a entregarle rutas del narcotráfico a cambio de mantenerlo con vida.

Como quiera que sea, el resultado no puede ser sino más violencia y sufrimientos para el pueblo mexicano, que desde 2006 ha padecido la muerte de 166 mil personas y más de 27 mil desaparecidos como consecuencia del enfrentamiento entre los carteles, o el de las mafias contra las fuerzas del gobierno.

Estas cifras no contienen las decenas de miles de víctimas ocurridas en los países de cultivo o producción de drogas, en el sur de la región, o en los lugares de tránsito, como Centroamérica, donde la presencia de los carteles es notoria.

Todo ello con el propósito de introducir estupefacientes en el mayor mercado del mundo, Estados Unidos, cuyo gobierno hace bien poco por controlar el consumo y de manera artera trasladó la guerra al sur de sus fronteras, donde son otros pueblos los que ponen los difuntos, la incertidumbre y el temor.

A todo esto, vale la pena preguntarse ¿a dónde van a parar los miles de millones de dólares que genera el narcotráfico?, ¿qué papel juega en esto el sistema financiero estadounidense?, temas amigos, de otras reflexiones



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