¿París bien vale una reforma?

Editado por Maite González Martínez
2018-12-12 08:28:10

Pinterest
Telegram
Linkedin
WhatsApp
Foto/BBC.

Por Guillermo Alvarado

En 1593, en plena guerra religiosa europea, el monarca protestante Enrique de Borbón, o Enrique IV, decidió abjurar de su religión y convertirse al catolicismo para aplacar los ánimos de los franceses y lograr así que lo aceptasen como nuevo rey, explicando su conducta con esta frase que pasó a la historia: París bien vale una misa.

La famosa expresión, apócrifa o no, viene como anillo al dedo para explicar la marcha atrás que dio en política económica y social el gobierno presidido por Emmanuel Macron  ante el movimiento de protestas de los llamados “chalecos amarillos”, que cada sábado desde el 17 de noviembre estremece a varias ciudades de la nación europea.

Las manifestaciones comenzaron para rechazar el incremento del precio del combustible -medida que ya fue derogada- y fueron subiendo de tono en la misma escala en que se acentuó la represión de la policía. Ahora reclaman la disminución del costo de la vida, mejores condiciones laborales, atención digna para los jubilados y desempleados y la renuncia del jefe de Estado.

Tras un obstinado silencio, que fue calificado de arrogante por la población, Macron por fin se dirigió a los franceses en un discurso de 13 minutos durante los que prometió incrementar el salario mínimo en 100 euros mensuales; eliminar un reciente impuesto que afectaba los ingresos de los pensionados y pedir a los empresarios “que puedan” hacerlo, dar a sus trabajadores una prima por el fin de año.

Prometió, asimismo, el pago de horas extras sin impuestos ni otros cargos a partir del año venidero. El jefe del Palacio del Elíseo dijo que comprendía la cólera de la gente, pero calificó de inaceptables los actos de violencia ocurridos durante las manifestaciones, sobre todo en las ciudades de París, Burdeos y Toulouse.

No dijo una sola palabra de la arremetida de la policía y otros aparatos de seguridad que actuaron con exceso de fuerza y tampoco hizo referencia a los más de mil 500 detenidos y los cientos de heridos, la inmensa mayoría de ellos civiles.

Para la mayoría de los franceses se trata de un gesto que llegó demasiado tarde y es demasiado poco. Algunos representantes de los chalecos amarillos se mostraron decepcionados por las ofertas del mandatario y aseguraron que mantendrán su convocatoria para marchar el próximo sábado.

El presidente tampoco parece frenar la caída de su popularidad, que ronda el 20 por ciento y es menor que la de sus predecesores François Hollande y Nicolás Sarkozy en gual período de funciones, lo que demuestra que hace falta mucho más que un gesto para que París valga la pena.

En estas circunstancias Macron llega debilitado al Consejo Europeo de este jueves y viernes y ve mermadas sus posibilidades de convertirse en una figura líder en el grupo comunitario, ahora que la estrella de Ángela Merkel va declinando y cuando está en un momento crucial el proceso de separación del Reino Unido.



Comentarios


Deja un comentario
Todos los campos son requeridos
No será publicado
captcha challenge
up