La OEA al descubierto, otra vez

Editado por Maite González Martínez
2020-03-02 08:01:41

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Imagen tomada de The Washington Post

Por: Guillermo Alvarado

Por enésima ocasión se demostró el talante rastrero, traidor y venenoso de la Organización de Estados Americanos, OEA, cuando quedó claro que en Bolivia no hubo fraude en los comicios de octubre pasado y los argumentos para justificar el golpe contra Evo Morales fueron falsos.

John Curiel y Jack Williams, investigadores del Laboratorio de Ciencia y Datos Electorales del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Estados Unidos, determinaron que en esas votaciones no hubo absolutamente ningún indicio estadístico de irregularidades.

Por el contrario, está claro que Morales fue el ganador de ese evento porque de acuerdo con las leyes vigentes en ese momento alcanzó el 40 por ciento de los sufragios y logró una diferencia de más de diez puntos sobre el segundo lugar, Carlos Mesa.

El trabajo de Curiel y Williams fue publicado por el diario estadounidense The Washington Post, que al igual que el Tecnológico de Massachusetts, de ninguna manera pueden ser considerados afines a gobierno alguno de izquierda, o favorables a la administración de Morales.

Queda así desmentido por completo un informe elaborado por la OEA y presentado por el jefe de la misión de observadores en Bolivia, el costarricense Manuel González, por cierto uno de los fundadores del Grupo de Lima cuando era canciller de ese país centroamericano.

Ese texto mentiroso, donde se hablaba de presuntas irregularidades en el sistema informático, falsificación de firmas, alteración de datos y fallas en el proceso de custodia de las actas, fue la excusa para el golpe de Estado perpetrado por grupos empresariales con el apoyo del ejército y la policía.

Curiel y Williams recordaron que la sangrienta asonada costó el exilio del depuesto presidente, acusaciones de terrorismo y sedición, la captura de más de 40 funcionarios, sin contar los que permanecen refugiados en la embajada de México, así como 38 muertos y cientos de heridos.

La economía de Bolivia, hasta entonces la más boyante del continente, fue desmantelada en los tres meses que siguieron al golpe y hay denuncias de que se pretende entregar valiosos recursos naturales, entre ellos el litio, a corporaciones transnacionales.

Una de las acciones de los golpistas fue expulsar a la brigada médica cubana, lo que dejó sin servicios esenciales a millones de personas.

La OEA, pues, es cómplice de mucho más que la ruptura constitucional en Bolivia. Lo es de crímenes de lesa humanidad, de asesinatos y del uso de tácticas terroristas para amedrentar a la población civil.

Luis Almagro, cabecilla por ahora de la OEA, debe dar una explicación y asumir su responsabilidad, sin olvidar que en el infierno de Dante hay un círculo, el octavo, a donde van a parar los mentirosos, los embaucadores, los hipócritas y los que siembran la discordia o la maldad, es decir, gente como él. FIN



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