En Colombia aniquilan a quienes desean la paz

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2020-09-02 22:58:02

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Foto: Archivo/RHC.

Por: Roberto Morejón

El clamor de amplios sectores de la sociedad colombiana para que el gobierno frene la violencia, incluyendo las trágicas masacres, parece estrellarse contra una agenda oficial enfilada hacia otras inquietudes.

No pocos colombianos y parte de la comunidad internacional están sobrecogidos por las cotidianas masacres, 43 en los últimos siete meses, con 181 personas asesinadas.

Peor sobresalto cunde en los departamentos de Nariño, Cauca, Valle del Cauca, Antioquia y Norte de Santander, convertidos en una macabra meca del terror, por concentrarse allí desenlaces extremos.

Son múltiples las causas de los exterminios selectivos, entre ellos la pobreza, desigualdad social, carencia de oportunidades, el negocio del narcotráfico y el apogeo de los paramilitares.

Una campaña de odio calzada desde la alta jerarquía  en Bogotá otorga indulgencia a los asesinatos cometidos por los enemigos del acuerdo de paz entre el gobierno anterior, de Juan Manuel Santos, y las otrora insurgentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Si bien no pocos desmovilizados cayeron frente a balas asesinas, también asumieron igual destino líderes sociales, juveniles, activistas por los derechos humanos, críticos de la violencia y ejércitos privados. 

Colombia vive una emergencia nacional, matizada, es cierto, por los efectos graves de la pandemia por el nuevo coronavirus, con parálisis productiva que llevó el desempleo hasta 20 por ciento de la fuerza activa.

Pero el letal padecimiento no exime al gobierno de tomar cartas en el asunto, aunque el presidente Iván Duque ha sido acusado de tardanza en examinarlo.

Sus críticos lo fustigan por dedicarle más tiempo a la suerte de su influyente mentor, el ex primer mandatario Álvaro Uribe, enfrentado a imputaciones judiciales.

Lo cierto es que los grupos ilegales signan la sociedad y sugieren la pérdida de control de un Estado que toma  distancia de las causas y consecuencias de los desmanes.

La presidencia solo apunta hacia respuestas militares sin ir a las raíces del terror mientras atiende diligentemente los planes agresivos de Estados Unidos contra Venezuela.

En esa cuerda el poder parece ignorar la estrofa de una canción interpretada por la cantante Natalia Bedoya, que reza: “Cada muerto en Colombia tiene una madre que lo llora y una familia que lo extraña, no queremos más guerra”.

 



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