Por: Guillermo Alvarado

El hambre, que junto a la guerra y la muerte constituyen los tres fantasmas que desde las raíces de la historia han agobiado a la humanidad, está de regreso y amenaza con exterminar a grandes grupos de personas advirtió el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

Desde la comunidad primitiva este azote ha diezmado al hombre y, de hecho, forma parte de las mitologías y tradiciones más antiguas. Veintiún siglos de la era moderna y un impresionante desarrollo tecnológico no han sido capaces de erradicar el miedo a la muerte por inanición, que aún sobrevuela el mundo.

En la actualidad hay 41 millones de personas en riesgo inminente de hambruna, una condición severa que se profundiza por varios factores, entre ellos el alza sufrida a partir de mayo de buena parte de los alimentos y materias primas en los mercados internacionales.

Cereales, semillas, lácteos, carne y oleaginosas incrementaron su precio en más del 40 por ciento respecto al existente en 2020.

A ello se vienen a sumar otros elementos, como los conflictos armados, los desplazamientos forzosos de grandes masas humanas y la severidad de los fenómenos naturales, entre ellos sequías, inundaciones y plagas vinculadas con el incremento de la temperatura global.

El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, David Beasley, señaló que la crisis sanitaria por la pandemia de covid-19 está causando más presiones sobre las carencias de alimentos desde el año pasado.

La entidad, que se financia con donaciones, espera recaudar unos seis mil millones de dólares para atender a numerosas personas en 41 países.

En estos momentos los focos más agudos de inseguridad alimentaria están ubicados en Yemen, Etiopía, Madagascar, Sudán del Sur y Burkina Faso.

Beasley hizo un llamado a evitar que esta urgencia se transforme en defunciones, como ya ha ocurrido en casos anteriores.

La hambruna se diferencia del concepto general de hambre porque afecta a un grupo humano en un territorio determinado, es temporal, aunque puede repetirse de manera cíclica y, de no atenderse a tiempo, deriva en la muerte de numerosas personas, sobre todo los más vulnerables, o sea niños y ancianos.

En América Latina y El caribe los más afectados por este fenómeno son Haití, Guatemala, El Salvador y Honduras, aunque las inhumanas sanciones impuestas por Estados Unidos contra Venezuela también podrían generar este tipo de episodios entre esa población.

Lo más terrible es que habitamos un planeta que, a pesar de nuestros excesos, es capaz de alimentar perfectamente a todos los habitantes si hubiese un poco más de justicia y buena voluntad en nuestra especie.