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Por: Roberto Morejón

El diálogo entre el Estado y el gobierno con representantes de la sociedad cubana arroja sustanciales elementos de juicio para respaldar los esfuerzos del país hacia la solución de problemas y aportar hacia el desarrollo.

Encabezados primordialmente por el presidente de la República, Miguel Díaz-Canel, con desenfado, seriedad y espíritu altruista los congregados apuntan conceptos, narran experiencias, positivas y desfavorables, y sugieren instrumentos de trabajo.  

Los encuentros entre dirigentes del Estado y el gobierno con jóvenes, artistas, juristas, mujeres, periodistas, empresarios y emprendedores arrojan luz desde la base acerca de entuertos, errores y aciertos.

Algunos concurrentes hicieron sabia utilización de la crítica constructiva, como los que llamaron a la transformación de ciertas prácticas institucionales inexactas.

Preocupados por el rebrote de la COVID-19 y ante las cortapisas dejadas por el recrudecimiento del bloqueo estadounidense, los invitados a las citas referidas propusieron eliminar reuniones NO imprescindibles y ordenar aún más las ventas en establecimientos comerciales.

No sin razón, los ciudadanos generan ideas acerca del imperativo de eliminar fallas organizativas en el sistema de atención de salud, como extravíos o demoras en pruebas PCR o en el traslado de pacientes  diagnosticados positivos al SARS-Cov-2.

Nadie niega la robustez del sistema de salud, pero se tiene en cuenta que a más de año y medio de pandemia, con carencias derivadas del asedio de Washington y el impacto en las arcas del país, no pocas restricciones surgen en la contienda diaria por salvar vidas.

Al igual que se exponen en los intercambios de ideas con la dirigencia del país apuntes sobre situaciones que deben mejorar, muchos explican las interesantes experiencias arrojadas por la vinculación de los jóvenes a comunidades vulnerables.

Un caudal de opiniones, sugerencias y evaluaciones oportunas proyectan los representantes de las nuevas generaciones, quienes estimulados por el gobierno y las organizaciones de masas pulsan en barrios desfavorecidos materialmente añoranzas y conflictos.

Sin dejar de trabajar, sectores de la sociedad cubana intervienen provechosamente en bien de colectividades y del país, con el uso oportuno de la crítica y el aporte individual para mejorar el nivel arquitectónico de viviendas en desventaja.