El gran reto

Editado por Maite González
2022-06-23 07:27:19

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Por: Guillermo Alvarado

Prácticamente la totalidad de los analistas están de acuerdo en que si fue difícil para Gustavo Petro ganar la presidencia de Colombia, más aún será aplicar su plan de trabajo en un país muy polarizado, donde la violencia y la pobreza castigan a la mayoría de la población y la paz todavía es una quimera.

A partir del próximo 7 de agosto, el antiguo alcalde de Bogotá y su compañera de fórmula, Francia Márquez, no serán nada más los gobernantes de los 11,2 millones de personas que sufragaron por ellos, sino de todos los habitantes de un país muy complejo.

El primer reto será convertir la paz en un bien tangible, en un derecho al servicio de la sociedad, porque los acuerdos firmados en 2016 no condujeron al silencio total de las armas, ni a la erradicación de crímenes, como los asesinatos selectivos y las desapariciones forzadas.

El Ejército de Liberación Nacional, ELN, una guerrilla todavía activa, ya anunció su disposición a dialogar con las nuevas autoridades, una oferta que no se puede desdeñar.

En esta línea hay un tema escabroso y delicado, como son las relaciones con el ejército y la policía, fuerzas hasta ahora al servicio de las oligarquías y que son responsables de actos repudiables, como los llamados falsos positivos.

Designar al futuro ministro, o ministra de la defensa dará una señal clara del camino a seguir en una nación donde miles de familias buscan a un ser querido, o exigen justicia por su muerte.

Y como la violencia no es huérfana, hace falta también enfrentar a la pobreza que afecta por lo menos al 39 por ciento de los habitantes, una cifra grande que ha venido creciendo en los últimos años de la mano de la crisis sanitaria creada por la pandemia, pero también por la corrupción.

Colombia es todavía el primer productor y exportador de drogas, en particular de cocaína que viaja desde allí a los dos mayores mercados de consumo, Estados Unidos y la Unión Europea.

La pista del polvo blanco por las rutas del tráfico ilícito se puede seguir por todas las distorsiones económicas, sociales y de salud que provoca a su paso.

Tampoco es un asunto de menor importancia la reactivación de la economía tras dos años de covid-19 y los problemas financieros globales, incluida la inflación. Para ello habrá que trabajar, se quiera o no, con el sector empresarial, la mayor parte adverso a Petro.

Este tipo de cooperación es algo que nunca se había visto en Colombia porque allí gobernó siempre la derecha, por lo que fue fácil hacer una campaña sucia contra el presidente electo, acusándolo de las más perversas intenciones. La práctica, permítanme insistir, es la manera de comprobar la verdad.



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