
Mandatarios de Francia, Reino Unido y Canadá. Imagen: internet
por Guillermo Alvarado
Hubo que esperar un largo tiempo durante el cual murieron más de 53 mil personas, la mayor parte mujeres y niños, además de la destrucción material y cultural de la Franja de Gaza, para que se alzaran las primeras voces en occidente contra esos crímenes de lesa humanidad.
Fueron el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el primer ministro de Canadá, Mark Carney, y su homólogo del Reino Unido, Keir Starmer, quienes conminaron al gobierno sionista de Israel para que permita el ingreso de ayuda humanitaria y alivie la presión militar contra Gaza.
El mensaje llegó justamente cuando el jefe del gobierno en Tel Aviv, Benjamín Netanyahu, se apresta para comenzar la ocupación militar de la franja que provocaría la muerte de miles más de palestinos y la expulsión de los sobrevivientes hacia otros lugares.
Los tres gobernantes advirtieron que no se quedarán cruzados de brazos mientras el gobierno de Netanyahu continúe con lo que denominaron acciones escandalosas.
Si Israel no pone fin a la nueva ofensiva ni levanta el bloqueo a la ayuda humanitaria, tomarán otras medidas concretas en respuesta, advirtieron.
También condenaron el odioso lenguaje utilizado recientemente por miembros del gabinete israelí y señalaron que el desplazamiento forzoso de civiles constituye una violación al derecho internacional humanitario.
Los tres mandatarios aseguraron que en la conferencia prevista el 18 de junio en Nueva York sobre la solución de dos Estados en el Oriente Medio, van a trabajar con la Autoridad Palestina y otros gobiernos para lograr un consenso sobre el futuro de Gaza, basado en los acuerdos internacionales.
Estamos decididos, dijeron, a reconocer un Estado Palestino como contribución a una solución en esa zona y manifestaron su disposición de trabajar con otros para ese fin.
La respuesta de Netanyahu fue, por supuesto, iracunda y como hace siempre que se le critica por su conducta criminal contra la población palestina, acusó a Francia, Canadá y Reino Unido de premiar a la organización Hamas.
Sin embargo, es obvio que incluso dentro de Israel está comenzando a despertar un movimiento civil contra la guerra, lo cual es esperanzador porque lo único que puede frenar al dirigente sionista es el temor a perder el cargo y enfrentar a la justicia de su país por corrupción y otros delitos.
Son pocas voces, es verdad, y de cierta manera tímidas, pero al fin se observa una reacción contra crímenes que harían palidecer de envidia a Hitler y toda su pandilla nazi.