Un barco por Cuba

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2018-04-03 08:32:41

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Por: Luisa María González

París, 3 de abr (RHC) Organizar un barco para ayudar a Cuba en la compleja década de 1990 fue la primera cooperación del Sindicato de Impresores de París (SIP) con el país caribeño y el inicio de una estrecha amistad.

Bernard Rouzé, quien en aquellos años era el secretario general de la organización explicó que los obreros del libro y la prensa, son portadores de los principios de democracia y humanismo.

Cuando la mayor isla de las Antillas vivía una tensa crisis económica conocida como periodo especial, agudizado por el bloqueo impuesto por Estados Unidos, en la capital de Francia los rotativistas se movilizaron para enviar un barco cargado de materiales, una contribución solidaria en medio de una situación compleja.

Rouze recuerda que todo comenzó por idea del reconocido periodista y humorista gráfico Georges Wolinski, quien había viajado a La Habana y tenía estrechas relaciones con intelectuales, escritores y artistas de la nación caribeña.

Wolinski, fallecido en 2015 durante el atentado contra la sede del semanario satírico Charlie Hebdo, entró en contacto en el año 1991 con los líderes del SIP, para proponerles el plan de llevar el cargamento.

“Le preguntamos por qué se dirigía a nosotros, obreros de los libros, y él respondió: porque son los más indicados para coordinar esto, empezando por la forma en que están organizados sindicalmente. Los rotativitas son soldados humanitarios, ustedes son los únicos capaces de hacerlo”, contó.

De acuerdo con Rouze, en la época había unos 800 impresores en París, y teniendo en cuenta la importancia del encargo, se quiso involucrar y darle participación a toda la organización sindical del libro a nivel nacional, que alcanzaba de 12 mil a 15 mil afiliados.

En un inicio, la idea era llevar material de impresión (papel y tinta) para contribuir con el sector de la prensa y editorial, pero luego el espectro se amplió.

Como parte de las gestiones, un encuentro importante fue el mantenido con Danielle Mitterrand, esposa del entonces presidente de Francia, François Mitterrand.

Otra de las iniciativas fue hacer calendarios, afiches sobre Cuba con caricaturas de Wolinski, y numerosos objetos similares que se vendieron en la fiesta de L'Humanité para recaudar fondos.

Uno de los más emblemáticos fue un broche diseñado por el artista, con un barco que se asemejaba a una pluma y una bobina de papel la cual representaba el mar, una imagen simbólica de la movilización de los rotativistas en la iniciativa de solidaridad.

Gerard Letreguilly también participó en todas las gestiones y recordó que tras la colecta, llegó el momento de buscar apoyo para lograr que el barco zarpara, lo cual se complicó a causa de las restricciones del bloqueo estadounidense.

Luego de numerosas gestiones para recabar el apoyo de los colegas transportistas y estibadores, el barco- que también contó con la contribución del Partido Comunista- finalmente partió hacia Cuba a finales de 1991, del puerto francés de Le Havre, y llegó a la isla en diciembre por la Bahía de Cárdenas.

“Nuestra iniciativa fue la primera brecha contra el bloqueo, era la época del presidente estadounidense Ronald Reegan, y había una presión importante. En aquella época, yo como secretario general, estaba bajo escuchas, y a veces era seguido. Tuve que vivir este tipo de cosas a partir del momento en que me comprometí en esto”, recordó Rouzé.

Los rotativistas viajan a Cuba

En febrero de 1992, desde el aeropuerto parisino de Orly, partió hacia La Habana en un avión DC10 de la compañía Cubana de Aviación una delegación del SIP encabezada por Bernard Rouzé.

“Estuvimos allá una semana e hicimos muchísimas cosas: fuimos recibidos por el entonces secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Pedro Ross, y por Agustín Delgado (secretario del Sindicato de Cultura); mantuvimos encuentros con personalidades de ese sector, la radio y la televisión, y visitamos escuelas en el campo”, explicó.

Una de las actividades de mayor importancia fue conocer el Poligráfico de La Habana, donde se imprimen los principales periódicos de circulación nacional, y allí pudieron identificar las necesidades referidas a mantenimiento de las rotativas, piezas de repuesto y otras cuestiones.

Según los testimonios, esa labor les ayudó a definir las prioridades para el envío de un segundo barco.

Un día antes de regresar a París, la delegación recibió el aviso de que sus integrantes debían concentrarse en el hotel de la CTC para una reunión importante e inesperada: un encuentro con el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.

“Cuando lo vimos llegar nos pareció una cosa fenomenal, era un coloso. El personal del hotel había preparado la sala de forma muy protocolar y él dijo que prefería algo más informal, para estar cerca de nosotros y poder conversar”, comentó Rouzé.

El encuentro se extendió por más de tres horas en las que hablaron sobre numerosas temas: las actividades realizadas en la visita a Cuba, cómo habían organizado el barco, detalles sobre el SIP y en general acerca del movimiento sindical en Francia.

Un detalle que impactó con fuerza a los visitantes fue la apertura de Fidel: “conversó con todo el mundo en la sala, cualquiera de nosotros podía interrogarlo, hacerle preguntas, decirle opiniones”.

La historia continúa

El barco y la visita a Cuba fueron apenas los primeros episodios de una relación de amistad que se ha extendido por más de 25 años, principalmente con los colegas de la CTC.

Al regresar a París, los rotativistas de inmediato se movilizaron para mandar un segundo barco con más material, pero también brigadas de trabajadores las cuales ayudaron al mantenimiento y la reparación de los equipos de impresión.

Gerard Letreguilly explicó que en los años posteriores han realizado muchos proyectos conjuntos, que incluyen apadrinar y ayudar a reparar escuelas y hospitales.

El actual secretario general del SIP, David Rousselle, declaró que justo en este momento están preparando un nuevo contenedor de materiales para enviar, en el marco de una nueva asociación con el Seguro Popular.

También confirmó que se alista una delegación oficial que irá para los festejos del Día Internacional de los Trabajadores el primero de mayo.

En referencia al contenedor, el actual responsable de Relaciones Internacionales del SIP, Erick Vaudin, afirmó que “hoy, 25 años después del primer barco y en pleno siglo XXI, todavía resulta difícil enviar material hacia Cuba, principalmente a causa del bloqueo”.

Para ese envío, por ejemplo, deben acudir a puertos de Bélgica o de Países Bajos, pues en los nacionales todo se complica a raíz de las presiones.

Sin embargo, tales dificultades no impiden que ambas partes sigan construyendo lazos solidarios y de amistad.

“A pesar de todas las dificultades económicas, es muy inspirador ver lo que Cuba es capaz de hacer en la salud, en la educación. Son cosas que nos inspiran y nos recuerdan que es posible construir una sociedad diferente”, estimó Letreguilly.

Por su parte, Rouzé explicó que pese a las grandes diferencias entre Cuba y Francia, “nos damos cuenta de que somos humanos y estamos todos animados por las mismas cosas, la solidaridad y sobre todo el humanismo”. (Fuente:PL)
 

 



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