
Foto: Archivo
Por: Nuria Barbosa León
Para el embajador de Namibia en Cuba, Samuel Henrik Goagoseb, recordar los hechos ocurridos en el poblado de Cassinga en 1978, sugiere una lectura en cómo se coloniza territorios masacrando a su población.
Los namibios no olvidan aquel 4 de mayo de 1978, cuando los aviones sudafricanos temprano en la mañana bombardearon un campamento con más de 3000 refugiados, la mayoría de ellos mujeres, niños y ancianos, con el propósito de no hacer valer los acuerdos que podrían lograrse en los organismos internacionales para la independencia de Namibia.
Quienes hicieron frente a ese cruel bombardeo fue un grupo táctico de combatientes cubanos apostados en Tchamutete, en el sur de Angola a unos 16 kilómetros de Cassinga. Ellos lucharon más con valor, que con tecnología militar. Comprendieron desde un primer momento que se trataba de un abuso y de una injusticia.
La cercanía de las esteras de los blindados cubanos, con su prestigio de heroicidad, hizo sucumbir a soldados mejor equipados y muy bien pagados. No obstante, en la batalla se perdieron 16 valientes de Cuba, 8 de ellos avileños.
En el Campamento murieron más de 650 personas y los jóvenes sobrevivientes (muchos huérfanos) vinieron becados unos meses más tarde a la Isla caribeña.
«Cassinga fue un campamento para albergar a personas vulnerables que huyeron de la brutalidad del régimen del Apartheid implantado por Sudáfrica. No había armamento y lo recuerdo porque estuve allí. Casualmente cuatro días antes del ataque debí partir para prepararme para estudiar en una beca otorgada por Cuba», relató el diplomático namibiano que perdió un amigo cercano en ese campamento.
Dijo que esa estrategia de exterminio masivo se utilizó por los colonos alemanes al llegar a las comunidades nómadas de su país y saquear las riquezas naturales de sus territorios. «Los primeros campos de concentración no surgieron en Alemania, sino en Namibia. En 1902 existieron instalaciones para asesinar y torturar colectivamente a la población», afirmó el embajador.
Aseveró que esa situación hoy se repite con los palestinos, colonizados por Israel y ello dice que los imperialistas, los capitalistas y la oligarquía anteponen sus intereses económicos por encima de los seres humanos. Agrega que una metrópoli jamás busca una colaboración o intercambio para beneficio mutuo de ambas partes, sino conquistar y tomar por la fuerza los recursos materiales que le son útiles.
«Hoy los temores nuestros crecen porque ya existen armamentos muy sofisticados. Esa mentalidad guerrerista genera miedo porque se habla de una tercera guerra mundial en que puede desaparecer la humanidad. No se piensa en las consecuencias y que nadie va a sobrevivir», advierte el diplomático.