
Movimiento 26 de Julio
Por: Arelys García Acosta
Las huellas siguen despiertas en los altos y amarillentos muros del cuartel Moncada y en la memoria de Cuba. Ahí continúan las huellas y las balas; las balas con su silbido de muerte. Era el 26 de julio de 1953, cuando el entonces joven abogado Fidel Castro y la Generación del Centenario se echaron sobre sus espaldas la dignidad de la Patria, negados a hincar la rodilla frente a la dictadura de Fulgencio Batista, entre ellos, tres espirituanos: Remberto Abad Alemán Rodríguez, Antonio Darío López García y Ricardo Santana Martínez.
Es la levadura heroica de la que habló José Martí; cuya obra leyó y releyó Remberto Abad, nacido en Guayos en septiembre de 1928. Del Maestro, Alemán Rodríguez aprendió a venerar la historia, a aliarse a las causas justas.
A inicios de la década del 50 del pasado siglo, Remberto Abad integró las filas de la Juventud Ortodoxa, donde conoció a Fidel y a Raúl y luego se incorporó al movimiento revolucionario, que optó por la lucha armada como la única vía para devolverle a Cuba la libertad robada.
Cierta vez, Isabel Rodríguez, la madre de Remberto relató que el 24 de julio el hijo llegó a la casa con uno de sus compañeros; y le dijo que faltaría ese fin de semana, pues asistiría a una regata en Varadero. Ese día, Remberto fue al cuarto y se puso el traje que había comprado para casarse. Isabel lo reprendió; pero él la convenció de que habría una próxima oportunidad, oportunidad que nunca llegó. Remberto cayó herido durante el asalto y, luego fue vilmente asesinado.
Venido al mundo en septiembre de 1924, Antonio Darío López se opuso al golpe de estado de Batista el 10 de marzo de 1952. Por ello, acuñó cada letra que escribió Fidel en contra del cuartelazo protagonizado por Fulgencio Batista. Por ello, también no extrañó su incorporación a la fuerza que organizaba el líder de la Generación del Centenario. Por ello, además, no sorprendió que integrara el grupo de 21 combatientes, que tenía la misión de asaltar el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo.
Por su parte, Ricardo Santana, fomentense de nacimiento y artemiseño por adopción abrazó con hechos, más que con palabras, la estrella de la Patria que ondea en el rojo triángulo de la bandera.
Cuba le debe a Santana Martínez haber salvado a Fidel en medio de las balas, casi a las sombras de los altos muros del cuartel Moncada el 26 de julio de 1953. Nunca se vanaglorió de tal proeza, nunca gritó a los cuatro vientos que había rescatado a quien sería el líder histórico de la Revolución cubana.
Así fueron de sencillos, Ricardo Santana, Remberto Abad Alemán y Antonio Darío López; los tres espirituanos que formaron parte de la Generación del Centenario, la generación que sembró de balas las paredes del cuartel santiaguero, negada a hincarse de rodillas frente al tirano.
*corresponsal de Radio Habana Cuba en Sancti Spíritus